El amor y el destino

Como cualquier otro lado, China tiene historias de amor para dar y repartir. El “Festival del Doble Siete” –llamado el San Valentín chino– tiene la famosa leyenda del Boyero y la Tejedora Celestial que se convierten en amantes trágicos; y la ciudad de Hangzhou, famosa por el magnífico Lago del Oeste, ha contribuido con la hermosa leyenda de la Dama Serpiente Blanca. Y hay además una larguísima lista de cuentos de jóvenes enamorados de una chica pobre que encuentran como cortesana; eruditos casados con espíritus que toman forma de mujer; soberanos que pierden sus dominios por el amor de su reina.

Pero hay un concepto muy poderoso que casi siempre está presente en las relaciones más fuertes: el de Predestinación, que se conoce como 缘分(Yuánfèn), o simplemente Yuán. Esta predestinación como se conoce hoy, es una mezcla de la religión folclórica china más antigua y de ciertos elementos del budismo religioso, que trajo la certeza de la reencarnación. El decir que dos personas tienen 很有缘 (hěn yǒuyuán) quiere decir que estaban predestinadas a encontrarse, ya por designios del Cielo o por eventos significativos de vidas pasadas. Esta predestinación no se limita sólo a los amantes, sino a todo tipo de relaciones muy estrechas.

Por ejemplo, en Hangzhou existe la conmovedora leyenda de la “Piedra de las Tres Vidas” (三生石, sān shēng shí), una piedra sagrada en el Templo de Tianzhu (天竺寺, Tiānzhú sì). Las “tres vidas” representan el pasado, el presente y el futuro; y la leyenda, referida por el gran poeta Su Dongpo (苏东坡), dice así:

Li Yuan (李源) era hijo de un alto oficial de la dinastía Tang, pero a la muerte de su padre durante una sangrienta rebelión, abandonó su hogar y se dedicó a la vida monástica en el templo de Huilin (惠林寺), en Luoyang, donde vivió por cincuenta años y se hizo íntimo amigo del abad del templo, Yuan Ze (圆泽). Un día decidieron hacer una excursión a la famosa montaña E’mei y tomaron un bote, pero en el camino, al ver a una mujer que recogía agua al lado del río, el abad rompió en llanto. Al preguntarle la razón, dijo, “El destino de esa mujer es ser mi madre, pero aunque me ha esperado por tres años, no he llegado aún. Ahora tengo que dejarte, para cumplir con mi destino. Búscame dentro de tres años en su casa; ella me estará dando un baño y yo te sonreiré para que sepas reconocerme. Deja pasar trece años más, y búscame en el Templo de Tianzhu, en el día del Festival de Medio Otoño (中秋节, Zhōngqiū jié); ahí te estaré esperando.”

Las cosas pasaron tal y como el abad las había predicho, y trece años después, Li Yuan encontró de nuevo a su amigo, ahora como un joven pastor. Pero al verlo antes de la fecha señalada, el abad exclamó, “¡Cuán fiel eres! Pero como nos hemos visto antes de tiempo, ahora no podremos volver a vernos, pues tales son los extraños designios de la Providencia.” Con esto, se despidió de su amigo entrañable, para no volver a verlo.

Otro ejemplo de esta concepción de predestinación, amor y reencuentro es la idea de que tras morir, volverás a encontrar a quien fue tu amante en la siguiente vida: pero esta vez, como tu hijo ó hija; pues el amor más grande entre dos amantes no puede sino ser recompensado convirtiéndose en el más grande amor posible.

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