Los dragones que desafiaron al emperador

Cuenta una vieja leyenda china que, antes de que los ríos y los lagos existieran, volaban por el cielo cuatro dragones. El Dragón Amarillo, el Dragón Negro, el Dragón Perlado y el Gran Dragón vagaban por las nubes, inmortales y majestuosos, sin que ninguna ocupación llamara su atención. Mientras, bajo sus escamas, un pueblo agonizaba.

Un día, uno de los dragones se paró en el aire y llamó la atención de los demás. Al mirar lo que observaba el atento dragón, los otros tres se fijaron por primera vez en lo que ocurría en la tierra.
Cientos de personas se hallaban congregadas, ofreciendo panes y fruta, y quemando incienso, bajo la sombra de los dragones, a los que siempre veían volar pero no reparar en ellos. Entre la multitud, una anciana de cabellos blancos llevaba a un niño atado a su espalda. El pequeño estaba pálido, al borde de la inanición.

– Por favor, dioses de los cielos, enviadnos lluvia pronto. No ha llovido en mucho tiempo, no tenemos arroz y nuestros hijos se mueren de hambre.
La sequía resquebrajaba la tierra y el intenso sol marchitaba los cultivos hasta acabar con ellos.
– Tenemos que ayudar a esta gente- murmuró el Dragón Amarillo. –Morirán si no hacemos nada.
El Gran Dragón asintió, prudente.
– Vayamos a ver al emperador Jade y veamos qué tiene que decir- dijo, y los cuatro pusieron rumbo al Palacio del Cielo.
Al llegar, el emperador les miró con repulsa, preguntándoles qué hacían allí.
– Comportaos y volved al cielo, esto no es asunto vuestro- gritó.
– Pero majestad- le cortó decidido el Gran Dragón –tu pueblo se muere de sed, debes enviar lluvia pronto o no quedará nadie con vida.
– Volved al cielo y enviaré lluvia mañana- sentenció el emperador. Los cuatro dragones le dieron las gracias y se marcharon. Pero pasados diez días, ni una sola gota de lluvia había caído del cielo.

Los cuatro dragones comprendieron entonces que el emperador era un ser injusto, totalmente entregado a su egoísmo y megalomanía, y decidieron desobedecerle y ayudar a los habitantes del lugar.
– ¿Pero cómo?- dijo uno de los dragones. Durante días, buscaron una solución, hasta que una mañana los otros tres encontraron al Gran Dragón contemplando el océano, pensativo.
– ¿Qué piensas, Gran Dragón?- le preguntaron.
– Todo este agua…- susurró el Gran Dragón –tenemos muchísima agua aquí. Si la cogiéramos y la arrojáramos desde el cielo a esa gente, a sus cultivos, podríamos salvarles.
Los otros dragones asintieron, sonriendo.
– El emperador vendrá a por nosotros, lo sabes, ¿verdad?- respondió otro de los dragones.
– Haría lo que fuera por ayudar a esta gente- contestó el Gran Dragón. Los demás le miraron y comenzaron a coger todo el agua que podían cargar entre sus fauces. Después volaron decididos hacia el pueblo y dejaron caer el agua sobre él.
– ¡Lluvia!- gritaban incrédulos los campesinos. -¡Los cultivos se salvarán, viviremos!

Los dragones seguían yendo y viniendo del mar con las fauces llenas de agua, oscureciendo el cielo con su actividad, mientras la lluvia caía y los cultivos comenzaban a crecer de nuevo. El dios del mar, furioso al ver cómo los dragones le robaban su agua, avisó al emperador.
– ¡Cómo se atreven!- Jade no podía creerlo. Entonces envió a sus tropas para atrapar a los cuatro dragones, llamó al dios de las montañas y le ordenó que los apresara. Para hacerlo, creó cuatro enormes montañas y las dejó caer sobre los dragones, encerrándolos para toda la eternidad.

Pero, al comprender su destino y saberse derrotados para siempre, los cuatro dragones se convirtieron en enormes ríos de agua que brotaron de las montañas para que aquella gente jamás volviera a tener sed, y así es como se formaron los cuatro grandes ríos de China: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Dragon Amarillo) en el centro, el Changjiang (Yangtze o Gran Dragón) en el sur y el Zhujiang (Dragón Perlado) aún más al sur.

La historia de los cuatro dragones es una moraleja de esfuerzo y superación, de entrega a los valores en los que uno cree, y en la posibilidad de cumplir todo lo propuesto, desafiando al mundo entero para conseguirlo. Los dragones lucharon contra el egoísmo del emperador para alcanzar el objetivo en el que creían, y aun cuando se supieron derrotados, se sacrificaron para terminar de cumplir su plan, demostrando que nunca debemos rendirnos ante las adversidades, y que por mucho que nos sepamos derrotados, siempre hay una forma de seguir adelante y cumplir nuestros sueños.

Desde 8Belts hemos elegido la leyenda de los cuatro dragones pues supone un ejemplo de fuerza y perseverancia, dos de los valores fundamentales de nuestros alumnos y que se ven reflejados en el peldaño número 3 de “Los 88 Peldaños del Éxito” de Anxo Pérez: “Que las utopías no puedan conseguirse, no quiere decir que no deban buscarse”. Actúa como si las barreras que te separan de tus sueños no existieran por un momento, y entonces podrás alcanzarlos.

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