Mercados de tortugas, serpientes, ranas, peces y perros vivos

Esta es una reflexión controvertida que aún no sé si publicaré algún día. Siento que no puedo ser imparcial con este tema y que quizá estoy siendo muy injusta al juzgar este tipo de mercados, porque esta claro que no conozco ni vivo en la realidad ni de los vendedores ni de los compradores de estos comercios. Siempre que pienso en esto me acuerdo de un proverbio que dice lo siguiente: ¨Estaba un mono en su rama y vio como un pez se removía en el agua, corrió hasta el río y lo salvo de ser ahogado¨. Me pregunto si no estaré haciendo yo lo mismo que el mono y no estaré entendiendo para nada la situación. Aún así, aquí va… Durante los 8 meses que viví en Xian y durante mis viajes por China nunca vi este tipo de mercados, es cierto que me sonaba el famoso estafado de carne de perro de la provincia de Jiangsu al norte de China, sin embargo , hasta no llegar a vivir en la provincia de Guandong no me había encontrado con esta realidad. Si voy paseando por la calle y veo un mercado me encanta recorrerlo, en los mercados se conoce mucho de la realidad de la ciudad, se ve la gastronomía típica, se puede conocer a gente local, se ve la cara más diaria de una ciudad, son lugares poco turísticos pero más auténticos, el olor, la suciedad, la forma en la que esta organizada la vida… Pero desde que vivo en la provincia de Guandong tengo el corazón dividido, desde hace algún tiempo me da miedo, pena y dolor de tripas recorrer un mercado desconocido. Siempre he sido una chica de ciudad, no he crecido en una ciudad muy grande, Vitoria sólo tiene 250.000 habitantes pero nunca he participado de la cría y posterior matanza de animales. He visto ocasionalmente la matanza del cerdo en el pueblo de mi padre, pero siempre me ha parecido muy desagradable escuchar y ver a un animal sufrir. Supongo que por todas estas razones aún dudo si debería publicar algún día este pensamientos, porque aunque está claro que tengo mis ideas y sentimientos con respecto a esto, quizá sean ideas y sentimientos hipócritas de una niña de ciudad. El primer mercado de este tipo que vi fue muy impactante. Las calles estaban llenas de jaulas de bambú que contenían ranas, tortugas y serpientes vivas. A parte del impacto y repelús que me daban estos animales , lo único que me preguntaba es cómo cocinarán y se comerán estos animales. Un poco más adelante había puestos más grandes con peceras diminutas llenas de peces. Como las peceras eran tan pequeñas había poco agua y muchos peces , esto hacía que algunos de los animales estuvieran flotando boca arriba, mezclados con otros vivos. Sé que en nuestras pescaderías todos los peces están muertos y que aquí había unos cuantos con vida, pero este escenario me dio muchísima más pena, pensaba en la agonía que sufrían los peces, hacinados y luchando por respirar en pocos centímetros cúbicos de agua. Salí de aquel mercado mareada y con la tripa revuelta, pensando en el olor, las serpientes y las condiciones en las que esos pobres animales esperaban la muerte… Aún así, esa primera experiencia no consiguió quitarme las ganas de seguir explorando los mercados de esta provincia. Unos meses después paseando por otra ciudad vimos un mercado de flores y fuimos a explorarlo, después de las flores aparecieron los puestos de fruta y más tarde los de carne. Yo estaba distraída y cuando me di la vuelta vi que David estaba blanco, le pregunté qué le pasaba pero el no me lo quería decir. Miré un poco a mi alrededor y en seguida encontré la respuesta, en un puesto cercano había un perro asado. Estaba entero, tenía su cabeza y la cola, lo habían asado al mismo estilo que el cochinillo. Sin decir absolutamente nada nos dimos la vuelta y paseamos el resto del día en silencio. Creo que no podíamos decir nada. El tercer mercado de animales que visité fue sin ninguna duda el peor. Todo empezó como siempre, la fruta y la verdura al principio, algunas flores, té , arroz y cereales a granel… Según avanzábamos vimos las carnicerías en las que había colgadas tripas, rabos de cordero y de vaca, algunas vísceras… Nos empezó a parecer bastante asqueroso pero seguimos hacia adelante. Después de las carnicerías estaban las pescaderías, el ritual se repetía, peces muertos y otros luchando por respirar, ranas, tortugas, serpientes y anguilas. Parecía que el mercado llegaba a su fin porque al final del pasillo ya había tiendas y puestos cerrados, pero como no queríamos volver a pasar por la sección de las carnicerías por el olor decidimos seguir salir del mercado por otra calle. Al llegar al final de mercado, empezamos a darnos cuenta de que las tiendas que había detrás, no eran tiendas independientes sino los proveedores que abastecían a los puestos. Eran tiendas con jaulas llenas de animales y justo al lado una sucia mesa en la que se mataban y preparaba su carne para la venta. Había patos, ocas, gansos y perros. Muchísimos perros, gorditos, en jaulas, viendo cómo cogen a su vecino y lo matan allí delante de ellos. Al igual que la vez anterior, nos alejamos sin decir nada, muy tristes por lo que acabábamos de ver y después de un rato nos prometimos que si algún día adoptábamos a un perro en China iríamos a ese horrible mercado cercano a nuestra casa y nos llevaríamos a uno, a sabiendas de que el pobre no iba a poder querer mucho a ningún humano debido a sus anteriores experiencias.

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