¿Cómo va la relación entre China y los talibanes?

Beijing, define la formación del nuevo gobierno como un «paso necesario» y anuncia un envío de ayuda de emergencia. Los talibanes esperan que China les brinde la asistencia que necesitan para que Afganistán vuelva a encarrilarse.

La aparente – y cautelosa – luna de miel entre los talibanes y China continúa. Un día después de que la milicia anunciara la composición de su gobierno en Afganistán, Beijing dio su bendición. Lo llamó un «paso necesario» para poner fin a «tres semanas de anarquía» y comenzar la restauración del orden y su reconstrucción. También confirmó su disposición a mantener la comunicación con los nuevos líderes de Asia Central.

El canciller chino, Wang Yi, ha anunciado el envío de ayuda humanitaria de emergencia a Afganistán. China enviará un cargamento de trigo, material de invierno, vacunas y medicinas por valor de unos 26 millones de euros. Los dos países comparten una pequeña frontera, de unos 70 kilómetros de largo.

Los contactos entre Beijing y los talibanes, y con otros países vecinos que tienen intereses en Afganistán, han sido intensos en las últimas semanas desde que el canciller chino se reunió con representantes del grupo fundamentalista en la ciudad de Tianjin a fines de julio.

Intereses encontrados

Los sentimientos entre el nuevo liderazgo afgano y China son mutuos: ambos esperan beneficiarse de la relación, pero quieren pruebas de que pueden confiar el uno en el otro. El gobierno de Xi Jinping ha expresado su voluntad de cooperar con el ejército y ayudar en el proceso de reconstrucción tras la retirada de Estados Unidos y sus aliados después de 20 años de guerra. A la larga, y si el país logra estabilizarse, a China le interesan las riquezas minerales que puedan existir en el subsuelo afgano, cuya extracción se ha hecho imposible por una geografía complicada y décadas de constante conflicto.

Pekín pide garantías de que los talibanes no permitirán que su territorio sea utilizado para posibles ataques terroristas. Especialmente contra su región de Xinjiang, fronteriza con Afganistán y hogar de la minoría musulmana uigur, donde se han llevado a cabo ataques en el pasado.  Por su parte, los talibanes esperan que Pekín brinde la ayuda que se necesita desesperadamente para que el país vuelva a encarrilarse, y apoyo diplomático para evitar el aislamiento que experimentó el grupo durante su primer período al mando de Afganistán entre 1996 y 2001.

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