En China, el español se pone de moda

Hace 12 años, el español no era un idioma de moda en China.

Desde luego, estaba la Universidad de Estudios Extranjeros en Beijing, la llamada «cuna de diplomáticos», que ofrece carreras especializadas en 17 idiomas, y especializaciones menores en más de 40, por supuesto incluyendo el español. Y además en Beijing hay 2 universidades más de primer nivel con programas de lenguas internacionales que también lo ofrecen, pero fuera de estas instituciones altamente especializadas, el español no era un idioma al que la gente recurriera mucho.

El ruso —popular durante la época del comunismo duro de los 60s— se dejó de estudiar ampliamente hace ya mucho tiempo, y el inglés que vino a sustituirlo como herramienta esencial, se instituyó desde los 90s como lengua de estudio obligatorio desde la primaria hasta la preparatoria, siendo una de las cuatro materias básicas en el examen que todo alumno debe pasar si quiere acceder a la universidad. Las otras tres son Idioma Chino, Matemáticas y Política. De este importante examen hablaré con más detalle en otra ocasión.

A lo que me quiero referir en esta entrega es que a partir del acenso del inglés y su estudio generalizado en la población china con estudios superiores, así como debido el acelerado proceso de apertura de China y la feroz competencia profesional, se hizo evidente la necesidad de estudiar una tercera lengua para poder diferenciarse y tener acceso a los muy atractivos empleos disponibles en comercio internacional.

Tradicionalmente los idiomas que dominaban esta opción de tercera lengua eran, por razones obvias, el coreano y el japonés, seguidos de entre las lenguas occidentales por el francés y el alemán, siguiendo la razón práctica de la presencia generalizada de fábricas y empresas provenientes de tales países.

Pero poco a poco, en la última década, el español ha empezado también a cobrar fuerza. Si bien no se le ve aún como un idioma con el nivel de importancia de los otros que he referido, sí se ha adentrado constantemente en la cultura, gracias a la apertura cada vez mayor para ver noticias internacionales y a eventos de intercambios culturales de gran calado por otro. Ya en 2001 hubo un intercambio entre museos de México y China, mostrando maravillas mayas aquí y soldados de terracota allá, y en la Expo Universal de Shanghai en el 2010, grandes secciones de población tuvieron acceso a la oferta cultural de todos los países del mundo, entre los cuales Latinoamérica y España causaron una muy grata impresión.

En el 2001, un grupo de hispanohablantes quijotescos radicados en Hangzhou, en el que tuve la suerte de estar incluido, publicamos ‘eÑe’, una revista en español para estudiantes chinos, que tenía un tiraje de 200 ejemplares repartidos exclusivamente en universidades y embajadas. Y si bien esa locura nuestra duró solamente tres trimestres, fue presagio de lo que pasaría muy pronto. Hoy, la revista en español «Hola China»  —dirigida por una mexicana y basada en Shanghai— imprime 8,000 copias mensuales, se distribuye físicamente en más de 300 puntos en 8 ciudades y tiene más de 2,000 subscriptores físicos y 20,000 virtuales.

El español, como digo, no ha entrado a China siendo un idioma de negocios, sino un idioma chic. Se ha adentrado sin aspavientos entre los jóvenes chinos que buscan nuevas opciones de educación, y se ha convertido primero en un idioma interesante por su carga cultural y ya luego, porque se dan cuenta de que es el tercer idioma más hablado del mundo.

Lo que impulsó al español no fueron tanto traducciones técnicas ni intérpretes de empresarios, sino algo llamado en inglés soft power: la seducción de lo cultural y además, para los chinos, un aspecto de importancia capital: la gastronomía.

Por un lado, a través de las ferias internacionales de alimentos se han ido metiendo a la conciencia del público una gran cantidad de productos —la mayoría españoles— como el chocolate Cola Cao, el aceite Ybarra y las paletas Chupa Chups, que se venden con su nombre español.

Y por otro lado, hoy hay en el área de Shanghai restaurantes y bares mexicanos con nombres en español como Mi Tierra, Pistolera, El Mexicano, Pancho’s, Adobo, México Lindo, Maya, Cantina Agave y Zapata’s. Es notable hacer ver que los primeros cuatro son propiedad de mexicanos, mientras que el resto son de empresarios locales o extranjeros que han visto el atractivo del idioma y la comida.

México, desde luego, no ha sido el único: hay restaurantes españoles muy populares con nombres como Las Tapas, La Pedrera, La Verbena, La Finca y Mi Casa, y restaurantes latinoamericanos como El Noble, Obelisco (Argentina), Ceviche (Perú) y El Cubano.

Los mismos emprendedores chinos ahora toman nombres en español para abrir sus negocios y darles un aura especial, como el bar La Luna, el restaurante Brasa o la muy popular panadería Casa Miel (en la foto). Otras instancias de esta moda son los quesos ‘Distingue’ de una lechería china, el maíz en grano enlatado Palenque y la marca de comida Natura Verde del supermercado Metro.

Me parece que hay manera de aprovechar esta creciente tendencia de avidez de cultura internacional que vive China en beneficio de la relación con México en temas más macros, y por supuesto, los emprendedores mexicanos también pueden decidirse a venir a explorar esta interesante veta de oportunidad.

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