Ese personaje es el Dr. Julius No, el primer antagonista de James Bond (1962). Se supone que su padre es alemán y su madre china, pero por supuesto que contrataron a un actor judío canadiense para interpretarlo. Después de todo, en esos tiempos nadie ponía a un actor asiático en pantalla: David Carradine fue contratado para la serie Kung Fu en pleno 1972 porque Bruce Lee, el originador de la idea, se veía ¡demasiado chino! Y hasta cuando hicieron una película de Genghis Khan (1956) pusieron a John Wayne, blanco entre los blancos.
Son resabios de ese racismo anti-asiático y en específico anti-chino que empezó como propaganda formal a mediados del x. XIX, calificándolos a todos como el “Peligro Amarillo” y cuya expresión más álgida fue la infame “Ley Anti-Chinos” (Chinese Exclusion Act) en EUA en 1882, que no se derogó sino hasta 1943 y claro, por conveniencia: cuando China fue vista como un aliado en la guerra contra Japón.
En fin. Por alguna razón, la película de Bond, que en inglés se llama simplemente “Dr. No”, fue traducida al español como “El Satánico Dr. No” porque aparentemente en español también les tenemos mucha tirria y los traductores se quedaron con las imágenes del malvado Dr. Fu Manchú, otra de las clásicas imágenes racistas de los 30s.
O puede ser que haya alguna otra razón por ahí.
Hoy en día muchos occidentales más entusiastas que doctos, tienen la moda de acomodar sus sofás y sus sillas de a cuerdo a las disposiciones que dicta el Feng Shui; se gastan un mes de sueldo en tés chinos milagrosos y antioxidantes que te quitan desde el estreñimiento hasta el cáncer; y saben que están en el año de la Cabra de Madera ó del Conejo de Metal. Pero hay ciertas cosas que no se pueden trasplantar de una cultura a otra de forma tan sencilla: símbolos culturales que son radicalmente diferentes en una y en otra. Quizá el hacer decoración de interiores ó tomar té no sea problemático, pero hay otras cosas que sí.
Tomemos el símbolo chino por excelencia: el Dragón. Animal fantástico de buen augurio, que representa los poderes de la naturaleza o bien esencias espirituales, simplemente no puede llegar a Occidente así como así y ser aceptado como lo ven en China. En las leyendas occidentales como el Anillo de los Nibelungos, el héroe Sigfrido lucha contra un dragón terrible; y la tradición cristiana lo ha usado por siglos como representación del Maligno mismo, con la icónica imagen de San Jorge y el Dragón:
Esa fascinación positiva por el dragón sin duda habrá levantado sospechas entre las primeras mentes pías que tuvieron contacto con la imaginería china, haciéndolos pensar en que son unos demoniacos. Pero ahora veamos otra instancia que está igual o peor de dramática. La imagen deApocalipsis 13:18 la tenemos igual de arraigada en nuestro imaginario:
“El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.”
Por más laico que sea uno, sabe que el 666 es número usado en cábalas satánicas y que simplemente no es algo que usamos de ninguna manera positiva, aunque hago la excepción del muy folclórico Ungüento 666 que se vende en México, pero es que en México somos infames para muchas cosas.
Pero a lo que voy es que en China el 666 —usado así exactamente— significa lo contrario: es positivo y deseable. Esto viene de la costumbre china de asociar conceptos cuyos caracteres se pronuncian de forma parecida; por ejemplo los símbolos de murciélagos que son de buen agüero, porque Murciélago (蝠), aunque se escribe diferente, se pronuncia igual que Fortuna (福): Fú. Es el mismo principio para hacer que el número 4 (四, sì) sea de mal agüero, porque se pronuncia parecido a Muerte (死, sǐ).
De forma similar, el número 6 (六, liù) se pronuncia parecido a Fluir (流, liú) y ponerlo tres veces seguidas quiere decir que algo fluye sin obstáculos, así que podemos encontrar el resultante 666 en lugares que a nuestras sensibilidades occidentales nos parecerían no sólo inusuales sino de plano blasfemas. Por ejemplo, en el número de edificio de una maternidad:
…porque claro que queremos que el bebé salga sin ningún obstáculo, no porque queramos traer al mundo a Damián, el Anticristo.
¿O qué tal en un libro infantil?:
Ese inocente camión tiene 666 en su placa, indicando que va a todos lados sin problemas, no que quiera llevar a sus pasajeros a la puerta misma del averno.
Así que debemos pasar un buen tiempo des-aprendiendo una buena cantidad de cosas, en ambas direcciones. Tenga cuidado porque si está comiendo en el sur de China, el tomar un tazón o una taza con el dedo meñique levantado, ¡puede ser un insulto grave a su anfitrión!
No cabe duda que viajar ilustra, y a veces de formas muy graciosas e inesperadas.
Una idea sobre “Esos satánicos chinos”
Ola
Podrias porfavor enviarme a mi correo el word con las 900 preguntas.
mi correo es: mayrapantojazapana@hotmail.com
Porfaaaaaa!: