Los Mosuo: el último vestigio de matriarcado en China

“a nosotras no nos es posible vivir en compañía de vuestras hembras, pues no tenemos la misma educación y crianza que ellas. Nosotras disparamos el arco, tiramos el dardo, montamos un caballo; y esas habilidades mujeriles de hilar el copo, enhebrar la aguja, atender a los cuidados domésticos, las ignoramos. Vuestras mujeres, al contrario, nada saben de lo que sabemos nosotras, sino que sentadas en sus carros cubiertos hacen sus labores sin salir a caza ni ir a parte alguna”.

Libro IV, Historias. Heródoto de Halicanarso (siglo V a. n. e.)

Por María del Mar Solís Fresco

La existencia de mujeres que combatían “masculinamente” y privilegiaban la descendencia femenina, ya fue recogida en época griega y romana. Este universo, conocido como las amazonas, ocupó la mente de conquistadores y aventureros durante la Edad Media y el Renacimiento Occidental, extrapolándolo al Nuevo Mundo. A partir del siglo XIX -con el hallazgo de pruebas que avalan la existencia de un matriarcado previo al patriarcado en las civilizaciones antiguas[1]– parte de estas mitologías han ido tomando un tinte veraz.

Estas historias de sociedades donde el papel de la mujer es más relevante que la del hombre, confunde la historia de la humanidad con la del extremo occidental del continente euroasiático –como ocurre en más de una ocasión-, quedando las historias matriarcales de otras civilizaciones al margen. Sin embargo, muchas de las pistas que hicieron pensar en un matriarcado en Occidente, también se encuentran en otros puntos del planeta. Así, sin conocer la relación entre el acto sexual y la procreación, las obras históricas antiguas de China hablan de un tiempo cuando “la gente conocía a la madre pero no al padre”, y de cuando los maridos residían con la familia de la mujer; época no muy alejada de la invención de los caracteres, pues aparece reflejada en algunos de ellos[2]. Asimismo, la arqueología aporta pruebas de un buen número de figuras de diosas que gobernaban los ríos, montañas y valles: todas eran manifestaciones de la Gran Madre, creadora y señora de todo cuanto existe.

Hoy en día cuando se habla de matriarcado en China, enseguida se evoca al último vestigio matriarcal que encontramos en el país, a las orillas del lago Lugu, entre las provincias de Sichuan y Yunnan. El pequeño pueblo de Luoshui es el destino principal de los turistas que llegan a este rincón de la provincia para encontrarse con los Mosuo: una sociedad, conservada gracias a su aislamiento, está formada por un grupo de 30.000 personas que viven de la agricultura, la ganadería y de la explotación de sus bosques y sus lagos. La característica que la diferencia del resto de sus vecinos es de haber mantenido una sociedad donde la mujer es la protagonista absoluta. La madre es todo para los Mosuo y en torno a ella se ha creado un mundo femenino donde a lo grande se le llama “madre” y a lo pequeño “padre”. En su mito de la creación del mundo se describe cómo una hija de la Diosa del Cielo llevó consigo al cielo al único superviviente del diluvio que acabó con la humanidad. Con la ayuda de la Diosa, superó numerosas pruebas y acabó casándose con su hermana, bajando a la tierra y creando una nueva humanidad, ya civilizada por acción de las diosas. En el mito, la mujer encarna no solo lo divino, sino todo lo que es civilizado, al inventar la agricultura, la construcción de casas y la cosecha.

Mucho más cerca de la realidad cotidiana está el culto a las Diosas de las Montañas y a las del Aguasiendo el lago Lugu el lago Madre, y las montañas grandes se consideran deidades femeninas, mientras que las pequeñas son masculinas. La más importante de todas es Gamu, la Montaña Madre, que gobierna a los dioses, el destino de las personas, el crecimiento y reproducción de sus cultivos y animales. Su imagen se venera en el interior de las casas en un pequeño altar con un incensario donde se queman ramas de pino. La leyenda cuenta que Gamu era una hermosa dama de la que se enamoró un dios, el cual descendió a la tierra y se la llevó consigo al cielo. Más tarde, Gamu bajó a la montaña que lleva su nombre, desde donde practica el matrimonio de visita con otras deidades masculinas y protege a los Mosuo.

Los Mosuo son considerados por el Estado chino como un subgrupo de la minoría Naxi –grupo étnico que habita en la zona del Himalaya entre las provincias de Sichuan y Yunnan y son considerados una de las 56 etnias reconocidas por el Estado chino[3]-, aunque ellos se consideran un grupo étnico autónomo y se denominan a sí mismo “Na”. Ellos practican el budismo tibetano y su religión tradicional dapa, es conservada por un tipo de chamanes que enfatizan los cultos a la naturaleza y la armonía entre las personas y los espíritus de la misma. En cuanto a su lengua, ésta pertenece a la familia tibeto-birmano.

Su sociedad se estructura en torno a la familia, dirigida por una matriarca, elegida por sus cualidades dentro de las mujeres de la familia -no es un poder que se busque, sino que se encuentra en convivencia con el orden natural-, con un papel decisivo en la organización y distribución de las tareas y supervisando los ingresos y los gastos; mientras que las decisiones realmente importantes se alcanzan por acuerdo entre todos los adultos de la familia.

Cada familia vive en una casa grande de madera –propiedad de las mujeres, que la heredan de madre a hijas, al igual que el apellido- cuyo centro ritual es el hogar. La mayoría de las casas reciben el nombre de una antepasada femenina, a la que la matriarca realiza continuas ofrendas ante el fuego del hogar, a veces antes de cada comida. Los ancianos y niños duermen en la sala principal y las mujeres lo hacen en los llamados “cuartos de las flores”, donde reciben a sus a sus amantes. La asignación de esta habitación comienza a la edad de 13 años, cuando se considera que han alcanzado la madurez. Para esta ceremonia se realiza el ritual “vestir de falda” –en la que se viste a la mujer con una casaca roja, un cinturón de colores y una peluca negra con adornos de flores y perlas-, mientras que los hombres reciben la ceremonia “vestir de pantalón”. Éstos no cuentan con un espacio fijo para dormir, pues lo harán con sus amantes.

Las relaciones de pareja consisten en la visita de los hombres por las noches a las mujeres, duermen con ellas y regresan al hogar de su madre por la mañana. Cuando la pasión se acaba, el hombre deja de visitar a la mujer, o ésta no abre la ventana o deja una prenda del hombre en la puerta, y ninguno tiene que dar posterior explicación. El patrón siempre es el mismo, aunque la pareja dure toda la vida junta. En las relaciones de larga duración, el hombre suele ayudar a la familia de la mujer en las actividades agrícolas y si su familia se desintegrara, puede ser acogido por la familia de su amante. El elemento económico nos es un impedimento, por lo que la pareja disfruta de plena igualdad.

Los hijos nacidos de estas relaciones siempre pertenecerán a la madre, sin que el padre tenga derecho sobre ellos. Aunque no exista preferencia por el sexo de los hijos, la llegada de una hija siempre se recibe con nerviosismo, y si ningún miembro de la familia la ha tenido, siempre pueden adoptarla recibiendo los mismos derechos que una hija natural.

Al mes de vida del recién nacido, la familia –por vía materna- realiza una importante ceremonia para asignarle un nombre en la que los hombres no participan. En cambio, cuando alguien fallece, son los hombres los que se encargan de todo, enfatizando la división que hace a la mujer responsable de los asuntos del interior y al hombre del exterior. Este hecho lleva consigo la defensa, por parte de algunos investigadores, de una sociedad matrilineal -sociedades donde la herencia se transmite por el lado materno, ajustándose a lo que las fuentes antiguas chinas describen sobre el conocimiento de la madre pero no del padre- y no matriarcal, ya que no todo el poder reside en la mujer mosuo, sino que parte de los asuntos externos, entre ellos algunos aspectos políticos, son responsabilidad de los hombres.

La existencia de grupos patriarcales que de antiguo veneraban a la mujer en la periferia de Lijiang –como la cultura Pumi o Yi, que cuentan con leyendas que hablan de una matriarcado anterior, o la propia cultura Mosuo donde el papel de la mujer es más relevante que la del hombre- valida la proposición de una sociedad matrilineal o matriarcal muy antigua en esta parte del mundo. Existe la posibilidad que esos Reinos de las Mujeres descritos en las crónicas antiguas, establecidos no lejos del lago Lugu, estuvieran constituidos por las antepasadas de los Mosuo, ya que las mujeres eran más importantes que los hombres, actuaban como jefas y eran servidas por los hombres.

La tendencia globalizadora y sus presiones por crear individuos uniformes ponen enormes dificultades a la supervivencia del estilo familiar Mosuo.  Esta cultura pronto dejará de existir, ya que el matrimonio temporal y la familia matrilineal están en vías de desaparecer, acelerado desde que el gobierno chino inició la administración directa de su territorio en 1956, creando numerosas leyes que han intentado poner fin a sus relaciones amorosas, y por tanto, su estilo de vida.

Bibliografía

CEINOS ARCONES, P. El matriarcado en China. Madres, reinas, diosas y chamanes. Miraguano Ediciones. Madrid. 2011.

NASIS, M. El mito de las amazonas en la literatura castellana española. IX Congreso Argentino de Hispanistas. Universidad Católica Argentina. 2010.

STACEY, J. “Unhitching the horse from the carriage: love and marriage among the Mosuo”. Journal or law and family studies. Vol. 11. Universidad de Utah. 2009.

Imágenes

(1) Mosuos a caballo. Fuente: http://www.liberarti.com/documenti/schede/3654_Foto_739.jpg (última entrada 9-4-14)

(2) Región Mosuo. Fuente: http://www.revistadeartes.com.ar/images/xxvi_antrop_mosuo_mapa.jpg(última entrada 9-4-14)

(3) Casa Mosuo. Exterior. Fuente: http://deafknee.files.wordpress.com/2010/10/3-typical-mosou-house.jpg (última entrada 9-4-14). Interior. Fuente:http://images.china.cn/attachement/jpg/site1007/20120905/002564baec4811b1436727.jpg(última entrada 9-4-14)

(4) Niñas Mosuo con las vestimentas tradicionales. Fuente:http://joshuaproject.net/assets/media/profiles/photos/p18610.jpg(última entrada 9-4-14)

[1] Entre estas prueban destaca la trasmisión del apellido por línea femenina o las leyendas acerca de los reinos de Amazonas.

[2] El carácter para la palabra “apellido” (姓) está formado por nacer (生) y mujer (女): “nacido de una mujer”; lo que sugiere que el apellido era dado por la mujer; práctica que fue desapareciendo paulatinamente según se desarrolló la sociedad patriarcal.

[3] A su vez se considera que los Naxi, y por tanto los Mosuo, proceden de algunas tribus Qiang que emigraron al sur desde su primitivo hogar en el noroeste de China huyendo de las continuas guerras provocadas por la expansión china hacia sus territorios.

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