Yangshuo, un lugar hecho de poesía

En China todo el mundo soñaba con Guilin, y cuando llegué allí comprendí cuán míseros eran mis sueños, cuán pobres mis pensamientos. Al ver las colinas me reí y estremecí al mismo tiempo. Los picos parecían gigantescas cabezas de pescado frito que trataran de saltar fuera de una tina de aceite. Detrás de cada colina veía las sombras de otro pescado, y luego otro y otro. Entonces las nubes se movieron un poco y las colinas se convirtieron de repente en elefantes monstruosos que avanzaban en silencio hacia mí. ¿Te imaginas? Y al pie de la colina había cuevas ocultas, en cuyo interior colgaban jardines rocosos con las formas y colores de coles, melones, nabos y cebollas. Estas cosas eran tan extrañas y hermosas que jamás podrías imaginarlas.

                                                                                           Amy Tan, en El club de la buena estrella.

Yangshuo es un pueblo situado en la región de Guilin (al sur de esta ciudad), en la provincia de Guanxi. Todo libro fotográfico sobre China incluye imágenes del precioso paisaje de esta zona, por lo que Guilin es uno de los lugares de este país más conocidos por el extranjero. «Me voy a Guilin», decía a amigos y familiares antes del viaje, y ellos me respondían: «¿Donde las montañas picuditas?» Cuando llegué a Yangshuo, miré a mi alrededor, me vi rodeada por aquel paisaje kárstico y no pude evitar pensar que aquello era como estar dentro de la boca de un tiburón, rodeado por sus hileras de dientes. 

Montañas picuditas para unos, cabezas de pescado para otros, o dientes de tiburón… Como veis el paisaje de Guilin resulta de lo más inspirador y da lugar a todo tipo de comparaciones y metáforas.

Yangshuo es uno de los lugares más turísticos de China. Por este motivo, sus calles están plagadas de puestos de souvenirs y tiendas de artesanía. El ambiente es muy turístico, sí, pero es muy bueno, especialmente por las noches.  

Pasamos varias tardes deambulando por sus callejuelas plagadas de color y música, regateando souvenirs aquí y allá y charlando con la gente de los puestos que resultó ser de lo más habladora. Por ejemplo, en uno de los puestos, la vendedora jugó a adivinar de qué país éramos según nuestro acento en chino; o en otro, una señora sentada tras una mesita en la que se exponían collares y pulseras, estaba empeñada en explicarnos que Vietnam era China, mientras que nosotras intentábamos explicarle que no, que Vietnam lleva ya unos cuantos siglos independizado (por su cara, intuyo no conseguimos convencerla del todo). 

En cuanto a la comida (una de mis partes favoritas), no dejéis de probar la curiosísima miel cristalizada. Es muy típica de allí y veréis que la venden por todas partes. Se trata de unos grandes bloques de miel sólida, pegada a un tronco, que van a ir cortando en pedazos y repartiendo en bolsitas de plástico. Además, si os gusta el picante, aprovechad para comprar un tarrito de esa mezcla de guindillas y ajos tan famosa en Guilin. Y si lo vuestro es más la fruta, aprovechad para probar los nísperos o pomelos, ¡que en esta zona están exquisitos! 

Después de varias semanas con un programa de lo más completo, agradecimos el poder pasar unos días de tranquilidad en un lugar tan agradable como Yangshuo. El pueblo está plagado de gente, o sea que el término «tranquilidad» no va por ahí. Más bien, lo bueno de Yangshuo reside en el hecho de que no hay horarios. No teníamos que preocuparnos por la hora a la que cerraría este museo o aquel otro, o por la hora a la que tendríamos que tomar este o aquel autobús. Podíamos disfrutar de las cosas a nuestro ritmo, sin tener que depender de otros factores. Además, Guilin está en el sur y el sur de China me encanta. La gente es alegre, muy cercana y amable (a su manera), todo es encantadoramente caótico (ya os hablaré sobre el peculiar encanto del caos en China) y el clima es mucho más cálido que en las zonas por donde nos habíamos movido las semanas anteriores (a pesar de que veáis el cielo de las fotos con nubes). 

En los alrededores del centro turístico de Yangshuo hay parques y rincones llenos de encanto donde deleitarse con la paz que transmite su paisaje. Pescadores, yaks y, además, también se puede disfrutar del espectáculo más típico de Yangshuo: la pesca con cormoranes, esas aves negras de pico alargado que atrapan peces lanzándose al agua. 

Uno de los días que pasamos allí, lo invertimos en ir hasta Xingping, muy cerca de Yangshuo. Allí iniciamos un paseo en barca por el famoso río Li, que hace de la región de Guilin un lugar hecho de poesía. 

Tras unos 30 minutos en la barca, llegamos a Yucun, un pueblo de pescadores, muy humilde y pequeño. El pueblo fue fundado durante la Dinastía Ming, en el siglo XVI y sus calles lucen una maravilla de arquitectura. Además, el lugar tiene fama de tener una energía muy especial.

Una vez de vuelta en Xinping paseamos por el pueblo, comimos y nos sacamos las fotos y selfies de turno (después de 6 meses en China estas son cosas que se pegan). 

Finalmente llegamos hasta el mirador desde donde se puede ver el escenario que todo chino, haya o no haya estado en Guilin, conoce: el paisaje dibujado en los billetes de 20 yuan.

Al día siguiente, continuamos paseando por las calles de Yangshuo y pasamos por un mercado de alimentos muy peculiar que tiene lugar cada día.

Y por último fuimos hasta otro de los puntos que uno no puede perderse: la Colina de la Luna. Para los vagos, como yo, cuesta un poco llegar arriba, pero el pequeño esfuerzo merece la pena (¡gimnasio gratis por el módico precio de 15 yuan!). Como el propio nombre indica, es una colina acabada en un arco natural perfecto desde donde se tienen unas vistas preciosas de la zona. Una forma estupenda de dar un «adiós» a Yangshuo o, al menos, de darle un «hasta la próxima».

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