México. Operación Cicatriz hacia China

Sin lugar a dudas, el siglo XXI se confirma como el siglo del Pacífico. Desde el anuncio estadounidense de hacer de esa región “el pivote estratégico» de su política exterior, o las altas expectativas que genera el Acuerdo de Asociación Transpacífica (TTP, por sus siglas en inglés) aún en negociación pero que de lograrse conformaría un mega bloque comercial de libre comercio en la región más importante para el mismo. No olvidemos que las economías que conforman la región de Asia-Pacífico representan para el mundo más del 50% del PIB de éste, 44% del comercio y 40% de la población del planeta; y dentro del área, China es un elemento esencial en la configuración de las relaciones política-económicas del nuevo siglo.

Actualmente, China reconfigura su política exterior a través de la política “Un Cinturón-Un Camino” (“One Belt-One Road” en inglés), la llamada “Nueva Ruta de la Seda”, que busca relanzar el desarrollo chino a través de su conectividad terrestre y marítima con el exterior especialmente con Eurasia y África, a través de proyectos masivos de infraestructura con un aporte inicial de capital chino de 40 billones de dólares.

Y a pesar de que América Latina y el Caribe no ha sido mencionada de manera directa dentro del discurso oficial chino de la nueva política, lo anterior no significa que nuestra región esté fuera del radar chino.

Desde la Reunión China-CELAC a principios de este año, donde el presidente chino Xi Jinping prometió incrementar el comercio entre China y la región Latinoamericana hasta alcanzar un valor 500.000 millones de dólares (mdd) y lograr una inversión china de 250.000 mdd para 2025, hasta la reciente gira del “segundo hombre de China”, el primer ministro Li Keqiang, por los países sudamericanos de Brasil, Colombia, Perú y Chile, es claro que China arriba a este lado del Pacífico con fuerza, no sólo por sus objetivos mencionados, sino por el nivel de representación política que emplea en tal propósito.

Y mientras que tras la visita del primer ministro, Brasil firma acuerdos de inversión con China por 53.000 mdd en diversos rubros estratégicos, Chile obtiene el papel protagónico de volverse la plataforma financiera china en Sudamérica para la internacionalización del renmimbi, y Perú, Bolivia y Brasil afianzan con éxito el compromiso chino de financiar el ferrocarril transoceánico que conectará la costa del Atlántico con la del Pacífico en pos de eficientar y disminuir costos del traslado de mercancías para la exportación, México parece haber arruinado su oportunidad de hacerse con una rebanada del pastel (¿o un sorbo de fideos?) de inversión china.

Li Keqiang y Michelle Bachelet

No es un secreto que los chinos, especialmente a través de la poderosa Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR) la cual dirige la inversiones chinas en el exterior al tener control sobre las empresas estatales chinas, se encuentran “enojadísimos” (para decirlo de forma amigable) con México tras los recientes fiascos de inversión en el país. Durante el período 2013-2014, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía mexicana, no ha existido una sola inversión China en México. Al mismo tiempo ha ocurrido la cancelación de proyectos como el Dragón Mart en la ciudad de Cancún, pintado localmente como “la amenaza China”, cuando éste sólo contaba con una inversión china del 10% del total de 180 mdd que representaba el proyecto. Peor aún lo ocurrido con la doble cancelación del Tren de Alta Velocidad Ciudad de México-Querétaro, primero por dudas sobre el proceso de adjudicación del proyecto y posteriormente una cancelación definitiva del mismo a falta de recursos. Proyecto de importancia para China, dado su prestigio tecnológico en el área y su bien llamada “diplomacia del ferrocarril». Inclusive nubes negras de movimientos opositores amenazan la reciente adjudicación por parte de la Comisión Federal de Electricidad (empresa del Estado mexicano en la generación de energía eléctrica) al consorcio sino-mexicano Sinohydro-Omega Construcciones (respectivamente) para la construcción de la hidroeléctrica Chicoasén II en Chiapas.

Cabe entonces preguntarse qué está haciendo México para revertir esta posición negativa, que debido a razones internas, nos pueden dejar fuera del radar de inversiones chinas, al no encontrar en México a un socio serio y confiable frente a otros países de la región. El mensaje es claro: el primer ministro Li Keqiang visitó a cada uno de nuestros socios de la Alianza del Pacífico (Colombia, Perú y Chile), mecanismo que funciona como plataforma para vincularnos a la región latinoamericana y mirar hacia Asia, pero no visitó a México.

Alianza del Pacífico. (México, Colombia, Perú, Chile)

Y es claro el desastre que esto implica cuando existe voluntad de la cartera china de invertir en la región inclusive en proyectos poco promisorios, como el Canal de Nicaragua (empujado por capital privado chino), o de difícil realización y gran tamaño, como lo es el Ferrocarril Transoceánico entre Brasil y Perú. Pues hay espacio para la comparación: China se compromete a invertir en un proyecto de 3,500 km a través de los Andes, con un costo calculado de 10.000 mdd, cuando México no ofrece siquiera un proyecto viable en la región del Istmo de Tehuantepec (nuestro corredor interoceánico del sur-sureste) que conecta ambos océanos en un terreno difícil pero sólo distanciado por 300 km entre costas. ¡Y que tanta falta hace un desarrollo industrial que otorgue empleo y oportunidades de desarrollo a la región!

Lo anterior no puede justificarse (ni serviría para explicar al exterior) por la inestabilidad política que México pasa en estos momentos. Y si la relación entre regiones separadas por amplias distancias entre ellas y culturas muy diferentes necesita un aliciente económico para superar tales obstáculos y prosperar a otros niveles, las alertas deben estar encendidas para nuestro país. La falta de recursos humanos preparados para entender la idiosincrasia china es un ejemplo, por ejemplo, el concepto de shī miàn zi (失面子) que significa “perder rostro” al ocasionar una humillación dentro de una negociación. Esto hubiera sido vital para el manejo de la situación ante los chinos sobre la cancelación del tren de alta velocidad, así como lo es para el objetivo inmediato de llevar a cabo una operación cicatriz con China.

Es necesario un compromiso real y de preparación de nuestro país que incluya los sectores público, privado y académico para realmente tener una relación bilateral fuerte, no sometida a vaivenes políticos, que no termine en desastre. El papel de México en el siglo del Pacífico depende de ello.

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