China: cuando la hospitalidad alcanza límites insospechados

Visita mi blog Happy Words aquí

Tras casi dos semanas viviendo en China ha llegado la hora de hacer una entrada sobre esos locos bajitos.

He de decir que creía (qué inocente) que mis años de carrera y mis asignaturas de cultura china además de lo aprendido de manera independiente me tenían bien preparada para lo que me esperaba en este país, por lo que el famoso shock cultural sería flojito. ERROR. Es posible que haya influido el hecho de que hemos llegado y nos hemos introducido de lleno en su cultura, esto es: nuestra llegada ha coincidido con las celebraciones del año nuevo chino y la empresa para la que trabajaremos nos ha acogido casi como si de una familia se tratara.

Tras aterrizar e instalarnos en el hotel, Irene –compañera de aventuras, desventuras y surrealismos varios– y yo pasamos el fin de semana en Pekín.  Podría pasarme horas explicando sin parar todas las cosas que me llamaron y llaman cada día la atención y a las que ya me voy acostumbrado, pero les dedicaré solo un párrafo:

Los guantes incorporados en las motos eléctricas, esa facilidad para escupir en la calle y diversos lugares públicos (sintiéndolo mucho a esto no me acostumbro ni puedo, veo a los hombres chinos como bancos de flemas con piernas, doy saltitos  y tengo escalofríos del asco cada vez que los escucho cargando y disparando), el hecho de que se sorprendan -y a veces asusten- al ver a gente occidental incluso en ciudades grandes como Pekín (y se te queden mirando descaradamente), que te pidan fotos con sus hijos como si fueras una atracción turística o en su defecto te saquen fotos a escondidas, que te paren por la calle simplemente para hablar contigo y te pidan tu correo o número de QQ (especie de messenger chino) como si de un viejo amigo se tratase, los baños no europeos (es decir, los agujeros en el suelo), el regatear hasta para comprar un móvil, las comidas entre una sinfonía de sonoros sorbos y eructos espectaculares, que cuando conoces a alguien la pregunta que sigue a de dónde eres sea cuánto cobras al mes, su maravillosa sinceridad y el poco problema que tienen para llamarte gorda y un largo etcétera.

Las motos con guantes incorporados

Tras visitar un poco Pekín el fin de semana con unos amigos que están viviendo allí, nos vinimos para Tanggu, en Tianjin, a una hora en tren. Allí nos recibió la compañía que es quien lleva la coordinación de los profesores de inglés en los colegios y guarderías en distintas provincias de China. Estaremos en Tanggu hasta Marzo, cuando comenzaremos a trabajar en otra ciudad. La experiencia aquí nos está viniendo muy bien para espabilarnos con el chino y ver más de cerca su cultura.

La misma noche del día que llegamos, y quien dice noche dice cinco de la tarde, fuimos a una cena de empresa y ahí vivimos en nuestras propias carnes un aspecto muy importante de su cultura y del que me gustaría hablar en esta entrada: el arte de comer y beber.

Beber: los chinos tienen un licor muy fuerte llamado baijiu  (百 酒) que significa literalmente “licor blanco” y tiene unos 52 grados. Para mí es algo parecido a nuestra querida aguardiente blanca, con la diferencia de que nosotros le echamos unas gotitas al café o nos mandamos un chupito «digestivo» y ellos se bajan unas cuantas botellas durante la comida. Como se fora agua, nunca tal vin. Luego acompañan la cena también con cerveza y a veces vino tinto, pero eso , para ellos “no es alcohol”.

Inciso: desde aquí todo mi respeto y admiración hacia Irene que en la primera cena se decidió a probar el baijiu muy educadamente y tuvo que hacer unos cuantos brindis con el licor  del demonio. Afortunadamente para su hígado después pudo cambiarse al vino y la cerveza. Para mí el recuerdo del olor del aguardiante fue suficiente para decidirme a comenzar con el vino tinto, un poquito más suave.

Podría decir que a lo largo de la cena ese día se hicieron tranquilamente y sin exagerar una media de un brindis cada 3-4 minutos y que  la cena duró 3 horas. Hagan sus cálculos señores, no salimos de allí rodando y cantando clavelitos porque Confucio no quiso… Para nuestro alivio a última hora se relajó algo la cosa.

¿Y por qué tantos brindis?. La mayor parte de las veces no brindan solo por el simple hecho de brindar sino que suelen decir la razón acompañada a veces de un breve y emotivo discurso y también a quién va dirigido el brindis: por el año nuevo, por la prosperidad de la empresa, por las dos profesoras nuevas, brindo con mi amigo, brindo con mi jefe para que ganemos dinero y prosperemos… brindo conmigo mismo si hace falta vamos. Se hacen muchos brindis generales pero también brindan en pequeños grupos por diferentes motivos. Cuando son brindis de un grupo específico una más que ofenderse si no brindan con ella, suspira aliviada.  Además, según el brindis ellos te marcan si tienes que acabar la copa, beber la mitad o un poco. Acho, que no hay forma humana de librarse.

Tenemos que tener en cuenta que  a ver, no es que sean unos borrachuzos, que también, sino que para ellos beber forma parte de su cultura y así te lo dicen. En los negocios es también muy importante el hecho de ser un buen bebedor y es en la mesa dónde se realizan y tratan los temas de negocios. Sí, con la borrachera encima se toman las grandes decisiones en este país.

Aquí os dejo un par de enlaces que hablan sobre el tema de la bebida en china:

“Los días sin el vino son como los días sin la luz del sol”. Li Bai, famoso poeta chino.

“A los ojos de los chinos, el licor es un medio de comunicación”

Comparación entre la cultura del alcohol china y occidental Fuente: http://spanish.china.org.cn

Esto último de el alcohol como medio de comunicación no es la primera vez que nos lo dicen: que con el alcohol seremos más felices y podremos abrir nuestro corazón y comunicarnos mejor entre nosotros. Hombre razón no les falta, pero una cosa es soltarse y otra muy distinta non remenxer a lengua.

Para negociar en China hay que saber beber Fuente: http://globalasia.com

Doy fe de lo dicho en este segundo artículo y de lo importante que es para ellos en este sentido, además que desde el primer día nos explicaron que aquí el mundo de los negocios funcionaba así y los tratos se hacían con el estómago bien lleno entre brindis y brindis.

Por último, aunque al principio parecía que querían emborracharnos día sí y día también (la cena del primer día fue el principio de otras muchas), poco a poco vamos entendiéndolos un poco más y viendo que de verdad les alegra poder brindar contigo y les sienta mal que no lo hagas. Aunque afortunadamente para nosotras, han acabado entendiendo que no puedes llevar su ritmo y beber como una esponja día sí día también y ya nos traen zumo de naranja a las cenas. Ayuda que seamos mujeres, todo sea dicho.

Y digo nos traen porque aquí además es típico que uno se compre la bebida y se la lleve al restaurante. Y ahí van ellos todos contentos con sus botellas de baijiu, sus cajas de cervezas, sus botellas de vino… Visto desde nuestro punto de vista es como si les dejaran hacer botellón en el restaurante, un chollo.  Eso sí, aunque bebamos zumo, de vez en cuando accedemos a beber un rato con ellos porque como decía es de buena educación y les alegra que bebamos y en consecuencia según ellos seamos felices. Tampoco es cuestión de ofenderlos todo el rato, ¿no? . 😀

Comer: un tanto de lo mismo. Se preocupan muchísimo de que comas y a menudo te repiten que lo hagas. MUY A MENUDO. Se les nota que se sienten también más relajados cuando lo hacemos. Si te crees que tu madre es una pesá cuando llevas invitados a casa, ahí es nada. Creen que comer al igual que beber te hace estar feliz y como personas hospitalarias que son, hacen TODO LO POSIBLE porque comas. Puede llegar a ser muy agobiante si llegas a China por año nuevo y sales a cenar fuera cada día con una familia distinta y gente nueva (la gente nueva es menos comprensiva y más pesá para que comamos).

No miden, la verdad. Además, creo que una persona que sea un poco especial con la comida lo pasaría muy mal porque la dinámica es la siguiente: ponen un plato en la mesa, la extranjera lo tiene que probar primero, te dicen «come» unas diez veces, no importa que estés comiendo otra cosa, esperan a verte comer lo que te han mandado comer, aún no has tragado cuando ya te están preguntando si está bueno y pidiendo que comas más. Exhausting. Esto se repite no solo con cada plato nuevo sino en cada momento que apoyas los palillos en el plato más de dos minutos.  Vamos, que me salen los fideos por las orejas.

Esto me ha hecho pensar mucho también que cuando ellos vienen a España o cualquier otro país occidental, se ponen los platos en la mesa (muchos menos platos de los que se ponen aquí) y nadie les invita a que coman tantas veces, se deben de sentir bastante cohibidos o deben de pensar que somos unos maleducados.

Como decía, se preocupan también mucho de que te gusten los platos. En una ocasión cocinamos para ellos  comida española y fue gracioso ver en ellos la reacción que ellos esperan en nosotros cuando comemos su comida: en cada plato que probaban nos decían lo bueno que estaba y nos daban las gracias repetidamente. Luego al final de la cena nos dijeron lo felices que estaban. He de decir que al principio a nosotras nos agobiaba un poco que nos preguntaran a menudo si éramos felices (luego una llega a casa, se plantea si de verdad es feliz, filosofa sobre el significado de la vida…). Ahora es de lo más normal y sin más, cada día les decimos que estamos felices como perdices después de comer para que se queden tranquilos.

Hasta aquí un poquito de la cultura gastronómica de este país. Me gustaría remarcar que hablo de mi experiencia personal y solo llevo dos semanas aquí. Hablo del grupo que nos ha acogido en especial (la empresa) y quizás no sea tan exagerado en general y además está el plus de que estamos en fiestas. Probablemente cuando lleve más tiempo comprenda muchas más cosas y pueda explicarlo de otra forma.  Aquí queda escrito con los ojos de hoy.

Como anécdota para que veáis lo hospitalarios que son, un día les dijimos que habíamos leído que los chinos solo toman de media unos 125 gr de chocolate al año (¿estamos locos o qué? 0_0). Le comentamos que nos extrañaba y nos dijo que el chocolate engordaba. (Claaaaro, los veinte platos para cenar, el arroz y todas las salsas son ideales para una dieta equilibrada, además de los ya habituales resopones). El caso es que al día siguiente como regalo de fin de año teníamos ya una caja de bombones cada una. Luego fuimos a casa de otro de los jefes a cenar y allí la familia nos regaló otra caja de bombones de chocolate que vamos se puso encima de la mesa y todo el mundo cogió un poco. Con lo cual no se nos pasó por la cabeza coger y con todo nuestro morro y llevarnos la caja para casa. ERROR. Al día siguiente lo primero que nos dijo el jefe en la cena fue si no nos había gustado el chocolate que nos habían regalado, porque no nos lo habíamos traído para casa. 0_0

Hace poco también tuvimos otra anécdota con la comida. Una de las pocas cosas que compramos en el súper son los yogures porque siempre comemos fuera o pedimos a domicilio pero los yogures para mí al menos son básicos. Al jefe le hacía mucha gracia porque ellos no acostumbran a comerlos. Pues en una de las cenas, precisamente el día que les cocinamos comida española, ahí se presentaron los invitados con una caja de yogures igual a la que nosotros tomamos y nos dieron uno a cada una y nos “obligaron” a tomar uno con ellos antes de la cena (lo de que son para después creo que no lo entendieron). 🙂

Por último os dejo una canción que habla de lo guapas que son las mujeres españolas, de como todo el mundo las adora y quiere estar a su lado. Nos preguntaron si teníamos algo similar hacia la gente china pero me temo que no…

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=LJDBgsxLR1o&w=420&h=315]

美丽的西班牙女郎: Las hermosas chicas españolas

Deja un comentario

5 ideas sobre “China: cuando la hospitalidad alcanza límites insospechados”