China VS Taiwan. Diferencias encontradas.

Ni todos los chinos comen perro, ni a todos los taiwaneses les gusta el bubble tea. Sin embargo, según he podido comprobar hablando con amigos de ambos lugares, en lo que respecta al reconocimiento de Taiwán como un país independiente por parte de unos o como una provincia más de China por parte de otros, en ambos lugares parece haber una opinión consensuada, con sus respectivos puntos de vista a cada lado del estrecho que los separa. Por supuesto, las personas con las que he podido hablar, así como las observadas durante mis propias vivencias, tampoco representan a los casi 1.400 millones de personas que suman en total entre ambos lugares, con lo que tampoco podemos esencializar y dar por hecho que todos opinan lo mismo, a pesar de que la juventud de ambos lugares parece tenerlo bastante claro, aún sin saber explicar el porqué.

Así pues, mientras todos los habitantes de la  República Popular de China (R.P.C) parecen estar convencidos de que Taiwán se trata de una provincia más de su gran país, los taiwaneses no lo reconocen como tal, sino que consideran a Taiwan como la República de China (R.O.C), es decir, un país totalmente independiente de la China continental, llegándose a sentir ofendidos si opinas lo contrario. Es más, a pesar de compartir el mismo idioma (el chino «mandarín»), el mismo tipo de escritura (aunque con la diferencia entre los caracteres tradicionales y los caracteres simplificados), una larga historia con tradiciones que ambos reconocen como propias, y el hecho de que una grandísima parte de la población taiwanesa desciende de familias que llegaron a la isla tras varias oleadas de inmigrantes chinos provenientes sobre todo de las provincia de Fujian y de Guandong, los taiwaneses dicen no tener nada que ver con los daluren (los “continentales”) y podría dar lugar a un largo debate que levantaría más de una ampolla.

Sin embargo, si les preguntas el porqué dicen no tener nada que ver con los chinos, a pesar de los miles de años de historia en común, no cuentan con demasiados argumentos, siendo los dos más habituales, y a veces los únicos, el hecho de que ellos utilizan una moneda distinta y disponen de su propio pasaporte. Aunque también están los que se escudan en las variaciones de pronunciación del idioma (recurriendo siempre al topicazo del “er”, que realmente sólo es de uso generalizado en el norte de China) y en el uso de algunas palabras diferentes en ambos lados. Bueno, e incluso algunos cuando les conviene se acuerdan de los aborígenes que residen en la isla. Si bien los dos primeros argumentos pueden tener más validez, por lo menos a la hora de una diferenciación de organización política y/o económica, los de las variaciones lingüísticas y étnicas, desde mi punto de vista se caen por su propio peso. O ¿es que acaso hablan del mismo modo en ambas costas de los Estados Unidos? Y no por ello dejan de sentirse americanos todos ellos, ¿no? Y de qué manera! Bueno, y no es necesario irse tan lejos, las diferencias entre cómo habla un andaluz y un asturiano son más que claras. En lo que respecta a los aborígenes, éstos al fin y al cabo no son más que minorías étnicas (como también las hay en la China continental o en Japón, y del mismo que en esos países, no son representativos del grueso del país) a las que ellos ni tan siquiera pertenecen y en muchos casos el contacto que han tenido con ellas sea el mismo que un catalán de Barcelona con un campesino de la Seu d’ Urgell. Es más, tras la llegada de los nacionalistas chinos a Taiwán, una vez Japón devolvió la isla a China tras perder la Segunda Guerra Mundial, hubo un fuerte proceso de sinización de la población, siendo las minorías étnicas las primeras afectadas en lo que respecta a la supervivencia de su propia identidad.

Así pues, los argumentos de los taiwaneses son bastante limitados, así como también lo son los de la China continental, cuyos argumentos se suelen remontar todos al pasado sin tener en cuenta las diferencias actuales que los diferencian. No obstante, todos ellos están más que convencidos de sus respectivos puntos de vista, (siempre condicionados por su lugar de residencia, y seguramente porque así se lo han hecho creer desde bien pequeños lo que dificilmente puede dar pie a la neutralidad. Sin embargo, de lo que creo estar seguro es que si ambos conocieran mejor al vecino (pues parece que son pocos los chinos que han visitado Taiwán, así como los taiwaneses que han estado en la R.P.C) se darían cuenta de importantes diferencias culturales entre ambos lados del estrecho de Formosa. De hecho, imagino que podrían apreciar muchas más diferencias que para un “occidental” pasan desapercibidas. Como éstas yo no soy capaz de apreciarlas, y en temas políticos no soy un experto (para ello le cedo la palabra a Xulio Ríos con su libro “Taiwán, el problema de China”), a continuación comentaré algunas de las diferencias culturales que más me llamaron la atención desde que llegué a la isla, y que tan poco tienen que ver con lo que recuerdo del tiempo que pasé viajando por varias provincias tanto del norte como del centro de China (Jilin, Shanxi, Shaanxi, Mongolia Interior, Henan, Jiangsu, Zhejiang), en las que pude comprobar que el comportamiento de sus habitantes era muy similar en todos ellos, a pesar de la gran cantidad de kilómetros que separaban a unos de otros, sin embargo poco tiene que ver con el observado en Taiwán.

A continuación trataré de explicar mi punto de vista, más cercano al de los taiwaneses que no al de los habitantes de la R.P.C. Sin embargo, las líneas que vienen a continuación tampoco hay que tomarlas demasiado en serio, ya que  tan sólo son una excusa para dar a conocer algunas curiosidades y compartir mis impresiones sobre las diferencias encontradas entre ambos lugares,  tratadas de una forma más parecida a lo que pueda apreciar un turista estándar, que no a un estudio antropológico serio

A pesar de que los taiwaneses se quejan de su supuestamente caótico tráfico, opinión que yo no comparto en absoluto, una diferencia más que evidente entre ambos la podemos encontrar en el uso que hacen de los semáforos. Si bien es cierto que en Shanghai te puedes encontrar algún policía controlando el tráfico en algún punto concreto de la ciudad con tal de que los semáforos sean respetados, en la mayoría de los casos parecen estar de adorno, ya que nadie hace caso de ellos (ni tan sólo los propios coches patrulla!), con lo que para cruzar la calle te has de plantar en medio del paso de peatones, indistintamente del color del semáforo, a riesgo de ser atropellado por algún despistado. De hecho, recuerdo un video de youtube rodado precisamente  en Shanghai, que se llamaba algo así como “cruzar un semáforo en Shanghai” en el que se veía claramente que si no te plantabas en medio del cruce no pasabas. Por suerte, los coches no suelen ir demasiado rápido con lo que les da tiempo a parar. Sin embargo, en Taiwán es totalmente distinto, a pesar de la gran cantidad de coches (y ciclomotores!!!!) que circulan por la ciudad, no verás ni uno saltarse un semáforo. Así como tampoco verás a ningún peatón cruzando en rojo, y mira que la duración de los semáforos en rojo no es corta precisamente. De hecho,si algo me desespera en Taipei es precisamente eso, esperar a que se ponga el semáforo en verde. Y el asunto es que en Barcelona mismo, cuando el semáforo está rojo pero no se acercan coches, cualquiera lo cruza y no pasa nada. Aquí sin embargo, ya puede estar la carretera desierta, que si el semáforo esta rojo, nadie lo va a cruzar, y entonces a ti te sabe mal quedar como «el guiri que va a la suya y cruza el semáforo cuando está en rojo».

Relacionado con el tráfico también, otra diferencia que  se puede ver es que en Taiwán todos los motoristas llevan casco, en China creo que no vi ni uno sólo que lo llevase. Además pregunté a un amigo chino el porqué nadie lo llevaba allí y me dijo que seguramente porque era algo difícil de controlar al haber muchos chinos. Sin embargo, el número de conductores de ciclomotor en Taiwán no es pequeño precisamente, y aun así todos ellos lo llevan puesto. Por cierto, hablando de cascos de moto, una cosa que también me llamó muchísimo la atención al llegar a Taiwan fue el ver que los motoristas dejan el casco de la moto encima del asiento o colgado del manillar, sin temor a que se lo roben. ¡En España no le duraría ni dos minutos! De hecho, un día me olvidé la cámara de fotos en la cesta de mi bicicleta en un lugar muy frecuentado del centro de la ciudad, y de forma totalmente visible, y al volver ¡ahí seguía mi cámara! Por supuesto aquí con poner una cadena en la rueda de la bici ya te puedes quedar tranquilo, sin necesidad de amarrarla a ninguna farola, y creo que en realidad no haría falta ni fijar la rueda (de hecho, yo cuando le pongo la cadena, una de esas que llevan combinación númerica en lugar de candado de llave, lo único que hago es encajar el cierre pero sin cambiar el número). En Barcelona, sin embargo, no me atrevo a dejarla ni con ocho candados. No obstante, esto no sucede en Taiwán exclusivamente, sino que aunque no los haya vivido yo directamente, sé de casos en China en los que se han descuidado objetos de valor en sitios públicos, y al volver al lugar ahí seguían.

Otra diferencia importante la podemos ver en la concienciación y el cuidado medioambiental de ambos lugares, y no me refiero a la gran cantidad de polución que hay en China, tal y como muestran cada dos por tres los telediarios, sino al comportamiento de la gente. Por ejemplo, recuerdo un trayecto en autobús en Datong (China) en el que una chica de unos diecisiete años iba comiendo una bolsa de patatas fritas, y al terminarla en lugar de guardar la bolsa para tirarla en cualquier papelera al bajar del autobús, tuvo la poca decencia de tirarla al suelo y quedarse tan ancha. Minutos más tarde, en el mismo trayecto, un señor mayor que iba tomando una botella de te, tras terminarla, abrió la ventana y la lanzó hacia la calle como si nada. Así que quedó claro que lo de la chica no se trataba de un mal comportamiento o de un “acto de rebeldía” a causa de la edad de la chica (eso que tradicionalmente conocemos como “la edad del pavo”), sino que más bien parecía ser una costumbre. Algo parecido también vi en Suzhou, cuando un hombre se bajaba de su coche, y a pesar de tener una papelera a dos pasos (literal), tiró una botella vacía al suelo y continuó su paso como si se tratase de algo de lo más normal. Por no hablar de los montones de basura que se ven amontonados en ciertos puntos de las ciudades. Sin embargo en Taiwán, pese a la ausencia de papeleras (¡¡¡gran ausencia de hecho!!! ¡Apenas hay! Que es otra de las cosas que más me desesperan, ya que siempre he de cargar con algún papel o botella vacía hasta encontrar una! Bendita cesta de la bicicleta que te saca de más de un apuro! Aunque a veces te encuentras cosas de los demás en tu propia bici…) apenas verás papeles o colillas por el suelo, y menos todavía botellas o bricks, ya que hay bastante cultura de reciclaje (con lo que es habitual que en los restaurantes de comida rápida, donde tu mismo recoges la mesa, en las tiendas de conveniencia o en la misma universidad, encontrarte con papeleras «clasificadas» según el tipo de producto que vas a tirar). De hecho, temprano por la mañana o bien cuando ya se ha ido el sol, es habitual ver a gente plegando cartones o separando bricks y botellas de las bolsas de los (pocos) cubos de basura que hay por la calle. No obstante, no sé si se trata de trabajadores del servicio de limpieza de la ciudad o lo hacen con fines lucrativos para luego venderlo como el que vende cobre en España (en China recuerdo que en las zonas más frecuentadas también habían señoras mayores al acecho de cuando alguien tiraba botellas al suelo, para posteriormente venderlas). Por otro lado, debido a la gran ausencia de papeleras en Taipei, una vez llevaba en la mano una botella de yogur vacía y quería entrar a un supermercado a comprar, con lo que para evitar malentendidos y que no pensasen que se trataba de una botella del establecimiento, dejé la botella en la calle, en el suelo junto a la entrada, con la intención de llevármela de nuevo al salir. Pero qué sorpresa la mía cuando tras volver a la calle la botella ya no estaba, y no habían pasado ni cinco minutos. Algo similar me pasó con un brick de cartón al ir entrar en la biblioteca de mi universidad, en la que está prohibido entrar con bebidas o comida (también lo está en el metro). Al no tener ningún sitio donde echarlo, lo dejé justo encima de una especie de mueble que hay en el exterior para dejar los paraguas (esencial en Taiwán!), con la intención de llevármelo más tarde. Pues bien, cuando salí, el cartón también había desaparecido por arte de magia. A partir de entonces, el dejar en ese rincón de la entrada de la biblioteca los bricks u otros envoltorios, pasó a ser una práctica habitual, pues en seguida desparecen del lugar.

Otra diferencia clara se puede ver a la hora de hacer cola. Estoy seguro que cualquiera que haya ido a la R.P.C. se ha quedado boquiabierto y con una sensación de impotencia a causa del descaro con el que se te cuelan cuando estás esperando tu  turno para comprar algo, pues en China a pesar de que existe el concepto de paidui (hacer la cola) éste parece brillar por su ausencia, y a la que te despistas ya tienes delante tuyo cuatro personas que antes no estaban. En Taiwán sin embargo, les encanta hacer cola!! De hecho, hay un trabajo muy peculiar que se trata de ir a hacer cola a algún establecimiento, pues al parecer, lo que más atrae a un taiwanés a la hora de ir a comprar algo, es que en ese establecimiento haya una larga cola de gente esperando! Hasta hacen la cola para entrar al vagón de metro siguiendo las líneas marcadas que hay en el suelo para tal fin, y si hay mucha gente dentro del vagón, se esperan a que llegue el siguiente.

Hablando de hacer cola y de vagones, otro tema es el de la compra de billetes para viajar. En toda China continental no puedes comprar billetes de tren con más de diez días de antelación, y para ello (excepto para los de alta velocidad) has de comprarlos en quioscos en los que a veces no te venden billetes con origen distinto a la ciudad en la que te encuentras (además se rumorea que hay una mafia detrás de la venta de billetes. Más de una vez me pasó que el mismo día que se ponían a la venta por la mañana ¡¡¡ya no quedaban!!). Sin embargo, en Taiwán cualquier tipo de billete lo puedes comprar en las máquinas automáticas de las estaciones de tren, o reservarlo desde tu casa a través de internet y pagas en cualquier 7-Eleven o Family Mart, y allí mismo te dan el billete. Ojalá algún día en China sea tan fácil viajar como en Taiwán! A esta facilidad, hay que sumarle la fantástica easy card taiwanesa con la que puedes hacer “de todo”. La misma tarjeta que te sirve como carnet de estudiante para acceder a la biblioteca o al gimnasio tras pasarla por los tornos de entrada, también te sirve para pagar el tren, el metro o el autobús…en cualquier ciudad en la que te encuentres!!! (excepto en Kaohsiung, que son un poco «especialitos» y con tal de diferenciarse de Taipei, la easy card no se puede utilizar en el transporte local). La easy card, incluso te sirve para utilizar las bicicletas públicas de Taipei (U-Bike, parecidas al servicio del Bicing en Barcelona, cuya primera media hora es gratuita y la puede usar cualquiera sin estar pagando una cuota año tras año).

Otra diferencia la vemos con el tema del tabaco. Mientras que en China fuman en todos lados, incluso en aquellos lugares en los que pone claramente «prohibido fumar», en Taiwán te encuentras a muy poca gente fumando en sitios públicos, con lo que no sé si es que la gente fuma muchísimo menos o es que realmente tienen más conciencia de lo que puede llegar molestar a los demás y se reservan para hacerlo en lugares en los que no molesten. De hecho, a los pies del 101 hay una zona reservada para poder fumar, y así no molestar a los demás en otras zonas. Mientras tanto, hay zonas abiertas enormes en las que está prohibido fumar (y la gente lo respeta) como puede ser todo el campus de la National Taiwan University. Como dato curioso, de la poca gente que se ve fumando, la mayoría son chicas jóvenes, y algún señor mayor (aunque éstos parece que prefieren mascar semillas de areca, especialmente los conductores de autobús).

Aparte del tabaco, también está la fea costumbre china de escupir en el suelo incluso en espacios cerrados. Esta costumbre es tal que hasta en el interior de algunos museos te encuentras carteles en los que se recuerda la prohibición de escupir en el suelo. En Taiwán sin embargo, aunque alguna vez ocurre, no es muy frecuente escuchar a gente carraspeando la garganta de la manera tan exagerada como lo hacen en China, ni muchos menos escupiendo en el suelo. Sin embargo, tampoco es oro todo lo que reluce, y aunque no tengan la costumbre de escupir, lo que si se ve habitualmente es a hombres mayores (y no tan mayores) eructando como si fuese algo tan normal como estornudar. Pero bueno, aunque puede llegar a ser igual de desagradable, un eructo es más higiénico que un escupitajo, y no ensucia el suelo. De hecho, deben tener mucha conciencia de que el suelo debe mantenerse limpio, pues una cosa que me llama mucho la atención es que en los vestuarios del gimnasio de la universidad no se permite la entrada con bambas, y tanto en las duchas como en todo el recinto de la piscina, todos van descalzos. Aunque más sorprendente todavía es ver que si no tienes un bañador apto (está prohibido bañarse en “bermudas”), en la misma piscina tienen bañadores de ¡¡uso público a disposición de cualquiera!! Yo por si acaso siempre utilizo chanclas y mi propio bañador.

Otro aspecto de las diferencias de comportamiento se puede ver, o en este caso mejor dicho escuchar, cuando hablan entre sí. Pues no sé que es más desesperante cuando haces la cola para comprar billetes de tren en China, si el que se te intenten colar cada dos por tres como he comentado anteriormente, o que estén chillándote a la oreja cuando la conversación ni va contigo (y que lo diga yo! que ya de por sí hablo más alto que la media española!). Y por si fuera poco, el volumen de su voz se triplica cuando hablan por teléfono, ya que si no lo hacen chillando parece que no se entiendan. En cambio en Taiwán son muy discretos en este sentido, con lo que constantemente a mí me han de recordar que no hable tan alto cuando voy en metro o cuando estoy en un restaurante.

Y hablando de la falta de discreción china, está el hecho de ponerse a hablar de ti a tus espaldas, o en tu misma cara si hace falta, dando por hecho que no les entiendes (lo mismo en Taiwán también lo hacen, pero como hablan bajito…). Pero sin duda, lo que más me molestaba de esa indiscreción china era cuando me sentaba en algún banco a leer y a la que me daba cuenta tenía a cinco personas a mi lado (una vez en Shenyang incluso se formó un corrillo de por lo menos treinta personas a mi alrededor!) o por detras de mi hombro cotilleando a ver qué estaba leyendo. Sin embargo, no estoy seguro de si son así con todo el mundo o tan sólo con los extranjeros, pues constantemente también los ves señalándote con el dedo como si fueses un marciano, y acabas muy harto de escuchar laowai (palabra que utilizan para referirse a los extranjeros, aunque según dicen no tiene connotaciones negativas) a todas horas. En cambio en Taiwán parecen estar más acostumbrados a ver caras sin ojos rasgados, o por lo menos lo saben disimular mejor, y todavía no he escuchado que me digan laowai en todo el tiempo que llevo aquí. Eso sí, lo que no dejo de escuchar a todas horas aquí es el (tan cansino) huanying guanglin u otras frases de bienvenida en todos los establecimientos 24h por cada cliente que entra,o incluso sin necesidad de que haya entrado nadie sino que ya lo hacen de forma automática cada X segundos. Así pues, son extremadamente corteses, aunque lo cierto es que en China también puedes escuchar este tipo de recibimientos en algunas tiendas. Sin embargo, en otras ocasiones en China no parecen ser tan corteses, y si por ejemplo te dan un empujón sin querer o te pisan en el metro parece que no ha pasado nada, en cambio en Taiwán no te pasará ni una vez sin que te digan bu hao yi si (algo así como “oh, qué vergüenza ”) para pedirte perdón, además de darte las gracias por todo, incluso cuando son ellos los que te están haciendo el favor a ti.

Así pues, obviando las diferencias de carácter político-económico que separan a las dos repúblicas, yo me decanto por que Taiwán no es parte de China, sino un país totalmente independiente a pesar de compartir ciertos aspectos con el vecino. También los comparte con Japón (en gran parte por su pasado bajo el imperio japonés durante cincuenta años), y  geográficamente Taiwán está casi más cerca del archipiélago nipón que no del continente chino, y no por ello tampoco se consideran como tal. Es más, tanto a chinos como a taiwaneses les vuelve locos el karaoke (en Taiwan más conocido como KTV) y ambos países están plagados de Family Mart –ambos de origen japonés-, y sin embargo a ningún chino se le ocurre pensar que Japón también es parte de China, sino que precisamente una gran parte de la población china detesta tanto a los japoneses como a los yankies; mientras que en Taiwán tan sólo escuchas palabras de admiración hacia ambas potencias.

Así que por mucho que los chinos insistan en que se trata de la “provincia rebelde”, y muy a pesar de la discrepancia que pueda tener con mis amigos chinos, en mi opinión no se trata de rebeldía taiwanesa, sino de unas importantes diferencias culturales que te hacen sentir que se tratan de países muy distintos entre sí a pesar de sus otros grandes puntos en común. Pero es que hasta el tofu apestoso huele mejor en Taiwán que en China! Por supuesto, la R.P.C. también tiene su encanto, y aunque para vivir me quedo con la R.O.C, recomiendo a todo el mundo visitar China, ya que a pesar de sus pormenores, seguro que tendrán una experiencia tan increíble y enriquecedora como la mía, en la que también conocí a gente encantadora y a la que tengo mucho aprecio por muy chinos que sean!

A través de este enlace pues ver fotos realizadas por mí mismo tanto en China como en Taiwán.

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