China y África, una breve pincelada

Es probable que en los últimos años os hayan llegado noticias sobre China, potencia económica que algunos ya incluso ponen por encima de EEUU. Intuimos que tiene un rol importante a nivel mundial, pero ¿sabemos exactamente qué está haciendo?  Es más, ¿su actuación es acéfala o sigue una estrategia definida en algún despacho pekinés?

A día de hoy, China ha extendido sus inversiones por toda África, con mayor presencia en aquellos países en los que hay mayores recursos naturales.  Su inversión termina traduciéndose en la creación de infraestructuras extractivas, es decir, plantas de petróleo, minas y carreteras que conecten con algún puerto, todas ellas construidas por empresas estatales Chinas.

Como vemos en este gráfico, el sentido de esta inversión se encuentra en el alto porcentaje de materias primas enviadas a China,  muy elevado con respecto al total de exportaciones.  Curiosamente, los productos que envía China a cambio son en su mayoría manufacturados, lo que indica que emplean los recursos explotados en la creación de productos que se envían de vuelta a África.  Obviamente, este es un análisis primerizo limitado, ya que los números representados en el gráfico son porcentajes que no nos revelan toda la historia.

Como última pincelada observamos este segundo gráfico, que muestra en cantidades absolutas (medidas con dólares americanos) las importaciones y exportaciones entre China y los diferentes estados africanos. Podemos observar como en algunos casos se importa más de lo que se exporta, confirmando como hay más exportación en países con petróleo. Como excepción encontramos Sudáfrica, país emergente que recibe y aporta inversión en China pero sin cumplir con lo anteriormente mencionado sobre las materias primas, en parte porque es competidor de China en el continente.

Entra la duda de si el comportamiento del gigante asiático es o no una nueva forma de colonialismo.  De hecho, gran parte de los esfuerzos diplomáticos de la república comunista se han centrado en mitigar la imagen neocolonialista que poco a poco se le empieza a achacar, impulsada por potencias occidentales como EEUU, que ha enviado a Hillary Clinton a explotar esta imagen.  Sin embargo, no por esto se puede dar por supuesto que la actuación china se centre sólo en lo económico.  De hecho, es más bien todo lo contrario, y pretendo exponer esta actuación con puntos favorables y también críticos para que el lector pueda formar su punto de vista.

Una de las más notables áreas de inversión china en el continente africano es el la cooperación al desarrollo, focalizada particularmente en el entreno de equipos médicos a nivel local.  Ejemplos que van más allá de lo económico incluyen  CCTV, el canal de noticias chino que ha abierto oficinas en Nairobi, desde donde ha creado canales de comunicación en idiomas africanos. Desde allí llevan a cabo campañas informativas fomentando una buena imagen de la presencia china.

Todas estas iniciativas siempre se han guiado desde la FOCAC(link), el foro de cooperación entre China y África.

También China ha ejercido su poder político sobre el continente africano.  Cabe resaltar su rol en las negociaciones de paz de Sudán, un país dividido en dos como consecuencia de largos años de guerra civil, con un joven sur con petróleo y en guerra civil, enfrentado a la dictadura islámica del norte que posee toda la infraestructura para extraerlo, infraestructura construida por China. Dada la animadversión de los dos países, China ha tenido que lidiar con ambos para no perder su influencia ni sus inversiones, construyendo un débil equilibrio sobre el que muchos especulan.

Más allá de juzgar sus motivos hemos de pensar cómo ha afectado esto a las naciones africanas. Para estas, China representa una alternativa a las potencias occidentales. Y cuando uno tiene opciones tiene más poder de negociación, previamente inexistente para los países africanos.  Para las potencias occidentales China se ha vuelto una competencia en África,  y estas han hecho uso de sus antiguos vínculos con estos países para firmar tratados de cooperación y comercio, ya que los precios europeos no pueden competir con los chinos.

Aun así es obvio que estas actuaciones no están exentas de controversia.

A pesar de que las nuevas infraestructuras hayan proporcionado nuevos puestos de trabajo a los lugareños, así como presas y fuentes energéticas que traerán beneficios a largo plazo en el país, como la presa de Merowe en Sudán,  la gran cuestión es a donde se dirigen estos beneficios, si a las elites o a la población general. Aparte de esto, la construcción de infraestructuras crea deudas, condonadas por el gobierno chino a cambio de mayores concesiones por parte de los estados.

Por otro lado, en Ghana ha habido serias protestas contra la presencia china por culpa del trato a los trabajadores nativos, que siempre son de baja cualificación. Estos se han manifestado e incluso han creado discursos políticos que han encendido la alarma del embajador chino en el país.

Y por último, debemos pensar en un principio muy famoso de la política exterior china, la no intervención.  Como se intuirá, este principio define China como una potencia que no se inmiscuirá en asuntos internos de otros países. Aunque en muchos casos es cierto y supone una nueva forma de hacer política respecto a las potencias occidentales, el caso sudanés parece cuestionar este principio.

¿Estamos pues delante de lo que será una nueva potencia colonial? ¿Las potencia europeas o estadounidenses están en situación de criticar dado su historial? Lo cual nos lleva a la pregunta ¿Debemos esperar una geopolítica ética?

Este supone el primero de más artículos basados en mi trabajo de investigación, que pueden consultar a continuación.

Fuente –¿Neocolonialismo chino en África?

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