Cuestión de Educación: Asia vs España

Artículo original -> La Fiebre Amarilla

Cuestión de Educación: Asia vs España

«Si haces planes para un año, siembra arroz. Si los haces por dos lustros,
planta árboles. Si los haces para toda la vida, educa a una persona» -Proverbio chino

Amanece el día y nos levantamos nuevamente con un bombardeo de -malas- noticias sobre economía, recortes, sanidad y como no, educación. Los informativos centran su atención en la expropiación de YPF por parte de Argentina y en las cacerías de nuestro rey en África, temas sin duda trascendentes, de calado y con repercusiones de diversa índole, pero hay uno que merece un profundo y serio debate en nuestro país del que todos deberíamos reflexionar: la educación.

Pongo el foco hoy en este tema porque desde que llegué a España hace 4 meses, después de año y medio estudiando en China, cada vez que se habla de educación no puedo evitar echar la vista atrás a mi experiencia en Asia y establecer la comparación con los estudiantes que allí vi. Pero antes de adentrarnos en este tema pongámonos en situación.

La noticia que da pie a este análisis podría ser cualquiera de los ya muy comentados anuncios de recorte del gobierno español en materia educativa. Como ya la mayoría de gente sabe, a consecuencia de la profunda crisis económica que azota nuestro país el Gobierno ha anunciado recortes presupuestarios en este área, pero no sólo eso, además aumentar el ya elevado número de alumnos por clase o cambiar la ley para reducir el profesorado son algunas de las medidas ya reveladas. Se habla de las dificultades económicas y de las exigencias europeas de reducción del déficit presupuestario para justificar esas decisiones, pero para ser justos y entender las dimensiones y posibles consecuencias de lo que se decide estos días, además deberíamos exponer la situación de la educación actual en España. Para ello me apoyaré en datos objetivos, el informe PISA que realiza cada 3 años la OCDE. El último fue en el 2009, y en él España ocupa el puesto 33 en comprensión lectora, el 34 en comprensión matemática y el 35 en comprensión científica, por debajo de la media de los países de la OCDE y por debajo de lo que debería corresponderse a un país como el nuestro.

Aunque no siempre existe una relación proporcional entre inversión y calidad, parece que los recortes no nos ayudarán a avanzar en una situación, ya delicada, que determinará el futuro de España. En cualquier caso, una observación de los modelos de éxito nos podría ayudar a saber hacia dónde deberíamos caminar, ya no sólo por parte de los gobernantes, sino por parte de la sociedad en su conjunto.

La educación en Asia

En España, cuando se habla de educación, habitualmente se pone como modelo a los países nórdicos, y más concretamente a Finlandia, supongo que por tratarse del país europeo mejor posicionado en los clasificaciones de la OCDE y haber sido el país líder en este tipo de análisis hasta 2009. Pero aquel año Corea del Sur le arrebató el primer puesto, y junto al excepcional caso finlandés los primeros 5 puestos de las 3 áreas los copan hoy en su totalidad, curiosamente, países o regiones asiáticas. Por ello, en vista de de los resultados, es interesante que por un momento pongamos el foco en Asia al hablar de educación. Aquí la citada tabla:

Shanghai (China) lidera las 3 categorías, Hong Kong (China) no baja del 4º puesto en ningún área, Singapur no lo hace del 5º, Corea del Sur no baja de los 6 primeros, Japón de los 9, y Taipei, aunque en comprensión lectora ocupa el puesto 23, es 5º y 12º en los otros dos apartados. Aunque la clasificación puede ser engañosa puesto que ni Shanghai, ni Hong Kong, ni Taipei son Estados, los datos evidencian que la región está a la cabeza en educación a nivel mundial, lo que explica el gran desarrollo económico y tecnológico de estos países y probablemente nos da una idea de cual puede ser su futuro próximo.

Asia vs España, vivir para trabajar o trabajar para vivir

Quizá tenga algo o mucho de tópico, pero lo cierto es que el español medio, comparado con el chino, japonés o coreano medios se identifica más con la expresión «trabajar para vivir» que con el «vivir para trabajar», y esto se ve reflejado desde la escuela hasta la vida adulta. Aunque toda generalización corre el riesgo de no hacer justicia con parte de la sociedad, no deja de ser útil y un ejercicio sano que puede ayudarnos a entender un poco mejor las diferencias culturales que marcan tanto la vida diaria como los resultados conjuntos de un país.

Nunca sabremos si fue antes el huevo o la gallina, si esto es fruto de los sistemas educativos o de culturas muy diferentes, una latina, de raíces católicas y otra con profundas influencias confucionistas. Seguramente las dos variables se retroalimenten, pero personalmente creo que es más bien la segundo la que origina a su vez determinadas políticas y determina la respuesta de los alumnos, padres y profesores a las mismas.

Hace unos días llegaba la noticia a los medios españoles de la rebelión contra los deberes para casa promovida por la federación de padres de alumnos en Francia, propuesta a la rápidamente se adhirió su asociación homóloga…¡en España! No sé cual será la situación en Francia, pero creo que todos los que somos o hemos sido estudiantes en España si hiciésemos una cura de humildad reconoceríamos que el esfuerzo y sacrificio no es precisamente lo que sobra en nuestra educación. Según los datos que aparecen en el artículo citado más arriba, España se mueve en torno a las 8 horas de estudio diarias por alumno (6 horas lectivas y unas 2 horas en casa). ¿Saben cuantas horas dedican al estudio los alumnos en Corea del Sur? Según el consejero de Educación de la Embajada española ante la OCDE unas «10 horas al día», y probablemente más aún, mis compañeros coreanos de estudio en China me aseguraban pasar, entre horas lectivas, clases particulares y estudio por cuenta propia, durante el curso previo al examen de acceso a la universidaduna media de unas ¡14 hora diarias! Puede parecer exagerado, pero el que conozca un poco Corea sabe que no lo es.

Los estudiantes coreanos se pasan su vida de alumnos preparándose para uno de los momentos más importantes de sus vidas: la prueba de acceso a la universidad. Una especie de selectividad que decide a qué universidad tendrán acceso. Esto que en países como España es casi irrelevante, en Corea es totalmente decisivo. La diferencia de prestigio entre las primeras del país y el resto es tremenda, y mientras unas te abren las puertas a trabajar en empresas como Samsung, las otras directamente te cierran esta posibilidad. Y eso si apruebas, porque suspender la prueba puede ser toda una tragedia en Corea. La carrera por un buen trabajo es frenética y la prueba de fuego se decide ese día. La ley del más fuerte en Corea se transforma en la ley del mejor formado y el que tropieza es apartado de la tan ansiada cabeza de carrera. Esta presión llega hasta tal punto que durante esa jornada las universidades requieren de policía, y no para imponer disciplina sino para evitar los suicidios. Durante 2009 más de 200 estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato se quitaron la vida, en parte debido a sus resultados académicos. Según cuenta en su blog uno de los no muchos españoles que viven en Corea, el día de la prueba:

…se ven afectados algunos servicios públicos. Se recomienda que los vehículos (incluyendo trenes) se abstengan de usar la bocina durante el día de hoy. Se prohíbe la circulación de automóviles a menos de 200 metros de cualquiera de los 1.206 centros de examen. E incluso se evitan los aterrizajes y despegues de aviones durante una hora por la mañana y otra por la tarde (en las que hay pruebas de audición de idiomas).

Para garantizar que los estudiantes puedan llegar sin problemas, los trabajadores de las administraciones públicas y empresas cercanas a los centros retrasan el comienzo de su jornada laboral hasta después del comienzo del examen. Y por si acaso, los coches de policía hacen de taxis y transportan a aquellos estudiantes que lo necesiten.

Intento imaginar algo similar en España -donde sólo el fútbol es capaz de movilizar de forma semejante a la población- y aunque la comparativa sea más bien para lo contrario, no puedo evitar una irónica sonrisa, así somos aquí. En mis clases en China compartía aula con alumnos de todos los países y algún coreano -no todos, imagino que ya conscientes de estar fuera de su país y rodeados de extranjeros- daban las gracias en voz alta al profesor después de cada clase. Si indagamos en la red encontraremos incluso fotografías de alumnos llevando a hombros a su profesor, como si se tratase de un Santo en una procesión, como muestras de admiración y agradecimiento a su trabajo. Pero estas aparentes extravagancias no son algo exclusivo de los coreanos. En la universidad china donde estudiaba -una universidad de estudios extranjeros- el compromiso con el estudio impresionaba a los occidentales. Fuera de las horas lectivas, incluidos días festivos -viernes, sábados y domingos ¡por la noche!- las aulas y exteriores de los edificios estaban repletos de estudiantes repitiendo como máquinas, una y otra vez, y durante horas la frase en inglés, español o japonés de turno hasta memorizarla y pronunciarla a la perfección. Me atrevería a decir que muchas de esas clases estaban más llenas fuera de horas lectivas que la mayoría de aulas de las universidades españolas durante una clase cualquiera. Es tal el compromiso social con el esfuerzo y el trabajo que los festivos se recuperan con clases los domingos.

Insisto, imaginen por un momento algo así en España, a día de hoy parece imposible. No digo que éste sea el modelo ideal. Corea del Sur tiene la mayor tasa de suicidio por habitante del mundo y sus índices de infelicidad son alarmantes para un país tan desarrollado; y en China basan hasta tal punto su educación en la memorización y la exigencia que no dan lugar al fomento de la creatividad, anulando parte de la capacidad del alumno para resolver situaciones imprevistas. Pero la sola comparación resulta a veces sonrojante. En su justa medida, su ejemplo debe servirnos para replantearnos muchas cosas. En otro momento analizaré en profundidad algunos factores que han llevado a países como Corea del Sur, Taiwán, Japón o incluso China -muy diferentes entre sí-, a tener una cultura del esfuerzo y de compromiso grupal tan marcada, pero por ahora las anécdotas son lo suficientemente significativas como para hacernos ver dónde está parte de su éxito.

Conclusión

Hemos hablado de diferencias sociológicas para justificar el éxito educativo y económico de otros países, y parece que cuando se utilizan estos argumentos debamos resignarnos a la posición a la que parecemos estar condenados a caer, pero no es así. Tampoco los países de los que hemos hablado llevan en sus genes el éxito. El salto de calidad en los resultados citados se ha producido, en su mayoría, en muy poco tiempo y fruto de fenómenos que hicieron a sus gobiernos y al pueblo replantear su camino a seguir. Por tanto no es utópico pensar que una situación de excepcionalidad como la crisis pudiese conducirnos a España por el mismo camino.

Que hayamos conseguido tales índices de desarrollo parece ahora que sólo se haya debido a la especulación urbanística y al turismo, que de un plumazo el resto de factores y logros no tenga importancia ninguna. Pero seamos justos tanto con nuestros fracasos como con nuestros éxitos. A modo de reflexión, pregunten a la mayoría de españoles que ha emigrado últimamente en qué país les gustaría vivir si no estuviesen condicionados por el empleo: no tengo dudas de que la gran mayoría diría España, eso también es fruto de todos, y les digo una cosa, los ejemplos de hoy nos muestran que el dinero no siempre da la felicidad. Si entre todos sumamos para que la sociedad ponga en valor la educación, el esfuerzo y, por qué no decirlo: la esperanza, conseguiremos que esta maravillosa máquina vuelva pronto a funcionar.

 

Artículo original -> La Fiebre AmarillaLa Fiebre Amarilla

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