Bienvenidos al tercer debate UOC-Chinalati. Soy Anna Busquets, coordinadora de diversas asignaturas de historia y cultura del Programa de Estudios de Asia oriental de la UOC y profesora del Máster universitario en Estudios de China y Japón. Este debate se centrará en la cuestión de la demografía en la China actual.
En noviembre de 2013, el gobierno de Xi Jinping hizo públicas toda una serie de reformas entre las que estaba la relajación de la «política del hijo único», vigente en China desde 1978. Si bien dicha política contribuyó a frenar un crecimiento descontrolado del país, las consecuencias que ha tenido para China no han sido pocas, y en la actualidad son más que evidentes. En este debate se analizará la demografía china tanto en el momento en que se inició la política del hijo único -se planteará cómo afectó a la sociedad y si su implementación fue de manera uniforme-, como en la actualidad, centrando la atención en algunos de los principales problemas demográficos de la población china.
Para ello, os propongo empezar el debate situando el tema de la demografía a lo largo de la historia. ¿Cuáles son los orígenes del problema demográfico chino? ¿Cuáles han sido los mecanismos usados por el gobierno para su control? ¿De qué manera las diferentes actuaciones han influido en la situación actual? ¿Cuáles podríamos decir que son las principales consecuencias en la actualidad?
Espero vuestras aportaciones al respecto!
Contenido
Alfonso Araujo el enero 28, 2015 a las 7:43am
Presento aquí una opinión en la que abordé este tema el año pasado, donde veo a la Política del Hijo Único como el experimento social más grande de la historia, y de hecho veo una interrogante enorme en lo que será el impacto sociológico en el futuro cercano:
http://www.noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=838193
http://www.noroeste.com.mx/publicaciones.php?id=839734
Javier Telletxea Gago el enero 29, 2015 a las 6:49pm
Una cosa que comprendí cuando estaba investigando para mi tesis es que la política del hijo único supuso una decisión crucial a la hora de arrancar los motores del desarrollo económico y social de China.
Desde el punto de vista del materialismo histórico (Carlos Marx y compañía), parece bastante obvio que esta medida respondió a al interés de la élite social por reorganizar los recursos y los medios de producción disponibles y modernizar la economía del país. Es decir, China contaba con X recursos materiales y X recursos humanos, y la élite política consideró necesario realizar un ajuste en la segunda variable como requisito para dar lugar a un crecimiento más o menos sostenible. (La límitación del éxodo rural vía libro de familia urbano y rural sería otra pieza fundamental).
Desde el punto de vista de teorías más «culturalistas» (Max Weber y sus seguidores), vemos que la política del hijo único contribuyó a trasladar gran parte de las tensiones de los procesos de modernización al seno de la familia, ya que en los años en que entró en vigor, la mayor parte de China seguía sumida en una economía de subsistencia, donde los matrimonios tenían muchos hijos como forma de garantizar una jubilación digna. Además, al contrario de lo que ocurre en países más marcados por las religiones de salvación, en China las personas no aspiran a la transcendencia a través de la entrada en el cielo, ni mediante la encarnación de los valores que este representa, sino por medio de la continuidad y el auge del linaje familiar.
Así pues, podemos imaginar el gravísimo apretón que supuso para las familias chinas comprobar que se tendrían que jugar su continuidad y sus sueños de prosperidad y de estatus socio-cultural a través de un único sucesor.
A partir de ahí, al gobierno chino solo le faltó canalizar dichas tensiones hacia el ámbito de la formación y el trabajo, objetivo que logró a través de ese rígido puritanismo no-religioso que se respira en las escuelas y en los medios, y con ello ya reunimos buena parte de los ingredientes necesarios para cocinar un buen «milagro económico».
Eso sí, aunque el experimento sociológico haya funcionado más o menos bien desde el punto de vista económico, habrá que ver qué ocurre con los millones de familias que perdieron a su hijo o hija y que se han quedado sin garantías para su retiro, porque en China las pensiones son de risa para la mayoría de los trabajadores, y los asilos dan ganas de llorar.
En cuanto al problema del envejecimiento de la población, no sé por qué me da que tratarán de solucionarlo al estilo de Japón, es decir, a base de tecnología avanzada para el cuidado de los ancianos (robots y demás), y seguramente rechazarán la opción de compensar la «falta» de jóvenes a través de la inmigración, porque, al fin y al cabo, una vez que pase el anciano-boom, la pirámide poblacional volverá a regularse y se dará un respiro a los niveles de infraestructura y servicios necesarios.
Y si el problema aprieta más de lo previsto, ya echarán mano de la piedad filial, para que sean las familias las que muy confucianamente carguen con el cuidado de los ancianos, y no papá estado, como correspondería en un estado socialista.
UOC Estudios de Asia Orienal el febrero 2, 2015 a las 2:58pm
Hola Javier,
Muchas gracias por tu aportación. Me parecen muy interesantes las ideas que aportas en tu comentario. Introduces el tema del control de la población rural y urbana a través de lo que sería el «hukou», que defines como el «libro de familia» que es el que otorga la residencia a los ciudadanos.
Me gustaría saber qué entiendes por «puritanismo no-religioso en las escuelas»?
También comentas un tema en relación con las familias que se quedaron sin tener ningún hijo. En realidad, la política del hijo único si bien se iplementó con muchísima fuerza durante los los primeros años, luego fue relajándose cada vez de manera que, mediante fórmulas distintas (como por ejemplo la de «un hijo, dos critaturas») se permitía a algunas parejas que cumplían ciertos requisitos tener un segundo bebé, si el primero era niña para garantizar la futura descedencia y su cuidado.
Seguimos!