Diálogo entre EE. UU. y China

Justo antes de las dos de la noche del martes, comenzó la videollamada entre los altos directivos de las dos economías más grandes del mundo. Joe Biden y Xi Jinping solo se han hablado dos veces por teléfono en el último año y no se han visto físicamente desde que Joe Biden fue vicepresidente en 2013.

A pesar de las bajas expectativas, esta es una oportunidad histórica para Estados Unidos y China. Para algunos la reunión es de la misma importancia que la visita de Richard Nixon a China a principios de la década de 1970, y lo que hicieron Carter, Reagan y Bush cuando se abrieron las relaciones de Estados Unidos con China en las décadas de 1970 y 1980.

Amortiguar tensiones

Xi Jinping no ha salido de China durante casi dos años. Ha sido criticado por no asistir a la cumbre del G20 a finales de octubre y a la cumbre climática de Glasgow. Su colega estadounidense, Joe Biden, estuvo presente durante ambas reuniones.

La conversación se convierte en una cumbre para encontrarse con el objetivo de amortiguar la tensión entre las superpotencias.

Estados Unidos y sus aliados están preocupados por la situación en Taiwán, un tema polémico que ha existido desde el establecimiento de la República Popular China en 1949. China ha intensificado la actividad militar en las aguas alrededor de Taiwán, que tiene una alianza de defensa con Estados Unidos.

Exportación récord a pesar de las sanciones

El predecesor de Biden, Donald Trump, impuso aranceles punitivos y sanciones financieras a varias empresas chinas, incluido el gigante tecnológico Huawei. Biden ha optado por continuar con esta política, pero también ha abierto la puerta a la normalización.

Se llegó a un acuerdo de varios pasos en el que China se comprometió a comercializar productos y bienes estadounidenses por 400.000 millones de dólares. Las importaciones chinas son menos de la mitad de lo acordado. Al mismo tiempo, las exportaciones chinas a EE. UU. establecieron nuevos récords este año.

Con Biden parece ser que las relaciones con China están más relajadas que con Donald Trump, aunque no hay grandes cambios. Si al cocktail unimos la tensión sobre Taiwán y que Estados Unidos es consciente que China está pugnando por su liderazgo mundial,  las relaciones entre estas dos superpotencias cada vez van a ser más y más complejas de lo que ya eran.

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