Invadir China

A finales del siglo XVI, algunos colonos de la recién fundada ciudad de Manila alimentaron sueños de invadir y conquistar China. La descabellada idea puede ser explicada quizás como resultado de la angustia producida por el aislamiento de quienes desconocían casi por completo los espacios físicos y culturales que rodeaban a Filipinas, o por simple ambición, que no tenía medida.

En 1582, el gobernador Gonzalo Ronquillo ordenó al padre jesuíta Alonso Sánchez viajar a Cantón desde Manila, para exigir primero a los portugueses lealtad al rey Felipe II y en una segunda ocasión para pedir al gobernador chino de Cantón el comercio directo entre ambos puertos.
El gobernador Ronquillo escribió a Felipe II acerca de tales planes y con el concurso de la comunidad española en las islas enviaron al padre Sánchez a España, vía México, para abogar por la posibilidad de invadir China. En su largo tránsito por México, en los años 1586 a 1587, Sánchez se encontró con Joseph de Acosta, jesuíta también, quien a la sazón escribía su Historia Natural y Moral de las Índias.
Parte de la rica información provista por Sánchez a Acosta está contenida en el libro VI, capitulos cuarto, quinto y sexto de aquella obra. Como asunto curioso vale citar algunos párrafos de su obra:

» ni tienen alfabeto ni escriben letras, ni es la diferencia de caracteres, sino principalmente su escrebir es pintar o cifrar, y sus letras no significan partes de dicciones como las nuestras, sino son figuras de cosas, como de sol, de fuego, de hombre, de mar, y así de lo demás.» (…) » De aquí es que como las cosas son en sí inumerables, las letras o figuras que usan los chinas para denotarlas, son cuasi infinitas. Por que el que ha de leer o escrebir en la China, como los mandarines hacen, ha de saber por lo menos ochenta y cinco mil figuras, ciento y veinte y tantas mil. Cosa prodigiosa y que no fuera creíble, si no lo dijeran personas tan dignas de fe, como lo son los padres de nuestra Compañía (de Jesús), que están allá actualmente aprendiendo su lengua y su escritura, y ha de diez años que de noche y de día estudian en esto con importal trabajo, que todo lo vence la caridad de Cristo, y deseo de salvación de las almas».

(…) Esta misma es la causa por qué en la China son tan estimados los letrados como de cosa tan difícil, y sólo ellos tienen oficios de mandarines, y gobernadores y jueces y capitanes. Y así es grande el cuidado de los padres en que sus hijos aprendan a leer y escrebir. Las escuelas donde esto aprenden los niños o mozos son muchas y ciertas, y el maestro de día en ellas, y sus padres de noche en casa, les hacen estudiar tanto que traen los ojos gastados y les azotan muy a menudo con cañas, aunque no de aquellas rigurosas con que a azotan a los malechores».

La idea extravagante, a todas luces, de invadir China desde Filipinas movió a Joseph de Acosta a denunciar a Sánchez ante el padre Claudio Aquaviva, Superior Jesuíta, por lo que Sánchez se tuvo que subordinar a Acosta. En 1587 ambos viajaron a España, pero Acosta probablemente desde México habría escrito el memorial en contra de la descabellada idea que se fraguaba en Manila.
El título de su alegato es Parecer sobre la Guerra de China y Respuesta a nuestro padre, fundamentos que justifican la guerra contra China. Si bien no prosperó esa aventura, en los ricos puertos asiáticos se seguiría discutíendo el tema por muchos años… y en Roma también.
Si les interesa este tema histórico les recomiendo ampliamente el espléndido libro de Manel Ollé, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, La empresa de China: de la armada invencible al galeón de Manila, Ed. Acantilado.  quien analiza el contexto político en Europa y en la región asiática de aquella intención de invadir China.
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José de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias. Edición preparada por Juan O´Gorman. F.C.E., segunda edición revisada 1962. La introducción de O’Gorman nos pone al tanto del proyecto de invadir China desde Filipinas. p LIX.

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