Ir al Dentista en China….

Ir al dentista en China

Uno de estos días estaba yo disfrutando de una bolsa de maní Chino. Acá el maní es muy popular, barato y rico. Incluso todo lo cocinan con aceite de maní –que es bien malito- en vez de maravilla. De pronto, uno de los granos me resultó duro como piedra y reclamé al universo por la falta de prolijidad de los chinos en empacar sus cosas. Pues bien, al rato sentí algo raro en mi boca, la recorrí por dentro y mi lengua descubrió la intriga, me acababa de comer uno de mis dientes… no era culpa de los chinos.
 
No sé cómo, pero se me había salido completa una muela, dejándome un hoyo con contacto directo con la raíz. Tomaba algo helado o una simple respiración profunda y se me paraban todos los pelos. Debía ir al dentista urgente. El detalle escabroso… estaba en China.
Mis recuerdos del dentista son atroces. Mientras muchos niños rememoran con indiferencia y hasta cariño sus idas a este especialista, para mí fue lo contrario. Mi padre mi llevaba donde la señora Margot que atendía en el centro. Nunca podré olvidar los gritos desgarradores  que salían de los niños grandes, pequeños y hasta adultos que entraban a su sala y se sentaban en su silla de tortura. Y por cierto los dolores horribles que me provocaba, al punto que muchas veces me ponía tan nervioso que ni siquiera me tomaba la anestesia. Creo que la vieja %&&%$· debió ser directamente torturadora.
 
El asunto era que no tenía tiempo para esperar debía arriesgarme a ir a un dentista chino. Le pregunté a mi amigo Ernesto que me recomendó uno donde se había hecho un tratamiento y con la Patty de la mano y muerto de susto partí para allá.  Al llegar, nos recibieron con mucha alegría dos chinitas que nos llevaron donde el doctor. Era un señor de aspecto serio que no hablaba inglés, por tanto sus ayudantes eran sus traductoras. Me revisó y me dijo que debía ponerme una corana porque se me había salido el diente y que parecía que la raíz estaba bien, pero si me llegaba a doler había que hacer un tratamiento conducto. Eso además, me aterró desde el bolsillo.
 
Me mandaron a sacar unas radiografía al salón de al lado. Era un pedazo del futuro, con una maquina gigante blanca llena de brazos y cámaras como un ”transformer” que te atenazaba, ahí me apoyaron para morder una lámina, se activaron unas luces, ruiditos y ya. Pero la chica que manejaba por fuera el asunto movía la cabeza como que algo había salido mal, entonces llegó otra chinita y me hizo volver a morder y de nuevo luz y ruido, pero nada. Entró otra y otra apretando botones, teclados, pantallas táctiles etc. Esto de cuando se multiplican y agrupan las chinitas es siempre un síntoma de que las cosas no van bien. Eso me dio mala espina y aumentó mi tensión. Cómo no eran capaces de hacer funcionar la radiografía cibernética. Finalmente, cuando ya habían llegado unas seis chicas, y la confusión era total, y yo todavía con la placa en la boca llegó el dentista y puso orden, se haría el asunto sin radiografía. Y de vuelta a la silla del dentista.
 
Luego el doctor me preguntó que cuál corona quiero, si de cerámica, cerámica con metal, metal solo, aleación y otras veinte opciones. Me dijo que me convenía muchísimo el diente de cerámica, porque es más lindo, muerde mejor, da más estatus, casi que era el diente de la serpiente de agua del calendario chino. Pregunto los precios y claro la famosa corona costaba como 500 USD. Decidí ponerme uno de metal no más, total se trataba de una muela y excepto que un día quede inconsciente con la boca abierta nadie se va a dar cuenta lo que tengo tan adentró de mi boca. Pero dale con el de cerámica y su carácter esplendido y la volví a rechazar. Como dicen los mexicanos la religión de este país es “la lana”.
 
Cuando ya estaba listo y el dentista preparaba su accionar, un pensamiento perturbador recorrió mi cabeza  al punto que estuve a punto de pararme e irme. Me acordé que alguien me había contado que en la medicina China el dolor es síntoma de salud. Usan dosis pequeñas de medicamentos de todo tipo ya que tienen la teoría de que el dolor ayuda a testear el estado del paciente. Entonces pensé…. Chuta estos tipos no deben usar anestesia. Me morí de miedo, me puse pálido y me quise arrancar. El dentista le preguntó a la chinita qué me pasaba, yo miraba a la Patty con cara de “sáquenme de aquí”. Entonces consulté derechamente  si usaban anestesia o no, con la sensación de que no habían entendido mi inglés y, por cierto, me miraron con cara comprensiva al mismo tiempo como diciendo “pobre Laowai estúpido”. Por su puesto usaban anestesia. “Just relax” me dijo la chinita, cerré los ojos, miré a la Patty por última vez como si fuera un chimpancé que están a punto de mandarlo a orbitar al espacio, cerré los ojos y me entregué.
 
Debo decir que el dentista chino era seco, no me dolió casi nada, usaba incluso anestesia previa de cremita para poner las inyecciones de la anestesia dura. Y cuando me ponía muy tenso la chinita me pasaba un pañito húmedo por la frente y de nuevo “just relax”. Todo perfecto.
Lo único desagradable es que el dentista se acerca a tu boca y quedas muchas veces pegado a su cara, y el dentista como la mayoría de los chinos tenía un aliento a dragón oriental de la madre cebollín horrible, un par de veces esto me provocó arcadas y estuve a punto vomitar con todos los instrumentos, taladro y mangueritas adentro de mi boca. Por suerte, lo pude controlar.
A la salida agradecí a todos con rostro de satisfacción y alivio y pregunté qué  cosa no podía morder con aquel diente. Nuevamente, me miraron con cara de “laowai estúpido” y me dijeron que lo único que no podía masticar era hueso. Me sentí como un labrador.
Pero fuera de eso, mi corona quedó perfecta, el trabajo fue de primera y debo decir al igual que el hospital chino que hasta ahora la medicina en china me parece muy re estupenda.
 
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