La belleza del Lago del Oeste (Hangzhou)

Hangzhou es la capital de la provincia de Zhejiang. Está situada en el sureste de China, a orillas del río Qiantang.

Marco Polo, que pasó por allí a finales del siglo XIII, la definió como la ciudad más suntuosa y elegante del mundo. Vale, tal vez el señor exageró un poquito con eso de «del mundo», pero es cierto que Hangzhou tiene un algo muy especial que hace que los extranjeros e incluso los propios chinos queden enamorados de ella. 

Hay un refrán chino que dice: “en el cielo está el paraíso, en la tierra están Suzhou y Hangzhou». Y sí, es verdad que Hangzhou, a pesar de estar convirtiéndose hoy en día en una ciudad llena de centros comerciales y rascacielos, tiene mucho, mucho de paraíso.

Las primeras palabras que se suelen escuchar de esta ciudad son referentes a su Lago del Oeste (Xihu), un lago  con un encanto único, rodeado en una de sus partes por el caos de la ciudad y por otra parte rodeado por la calma de parques, montañas o campos de té. Es raro encontrar el Xihu sin esa neblina baja que lo cubre tanto en verano como en invierno. Multitud de barquitas aparecen y desaparecen entre la bruma y, por las tardes, se retiran entre los colores de una de las puestas de sol más bonitas que se pueden encontrar. Cuando la luz cae por completo, la orilla del Xihu se ilumina con luces de colores que juguetean en el reflejo del agua. En la zona más próxima a la ciudad, cada tarde, hay espectáculos de luz, música y chorros de agua que se entrelazan bailando entre ellos.

El Lago del Oeste, desde tiempos inmemorables, ha sido fuente de inspiración para poetas, para filósofos y para paseantes soñadores que se evaden del ruido caminando por sus puentes, visitando las pagodas que lo rodean y admirando el movimiento elegante de las ramas de los sauces que hay en la orilla. 

El lago es grande, y si queréis aprovechar el tiempo al máximo no os recomiendo que lo rodeéis caminando, porque os va a robar el día entero. Lo más cómodo para descubrir todos los rincones del lago, es alquilar una bicicleta en la orilla próxima a la ciudad. No tendréis ningún problema en encontrar estos puntos de alquiler de bicis, porque están por todas partes y los precios suelen ser muy asequibles. Sin embargo, intentad regatear porque, en general, el precio de las cosas se eleva misteriosamente frente a un extranjero. 

Además de todo esto, os aconsejo que, si podéis elegir, lo visitéis un día de diario y no los fines de semana. Los fines de semana Hangzhou se llena de gente de ciudades próximas que busca desconectar pasando el día en una zona agradable como es el Xihu. Y no solo gente de fuera, sino que los propios «Hangzhounianos» se concentran en los alrededores del lago para hacer deporte, visitar museos o merendar en los parques con sus niños. De lunes a viernes, sin duda, podréis apreciar mejor la paz que transmite este lugar.

Prácticamente todo lo que hay que ver en Hangzhou se concentra en el Xihu y en sus alrededores. Pagodas, museos, parques, jardines, puentes, colinas, islas… 

Vayamos por orden. 

Digamos que comenzáis la visita al norte del lago, ya que es la zona más próxima a hoteles, hostales y paradas de autobús en general. Desde ahí, os recomiendo que os mováis en el sentido contrario a las agujas del reloj, caminando hacia el oeste. 

Lo primero que os encontraréis es el puente del dique Bai Juyi, que conduce hacia la Isla de la Colina Solitaria

En esta isla está el Museo provincial de Zhejiang. La entrada es gratuita, por lo que si tenéis curiosidad no perdéis nada por entrar a echar un vistazo. También encontraréis un lugar interesante donde, además de deleitaros con el encanto del rinconcito, podréis entrar a tomar un té, siempre y cuando estéis dispuestos a pagar el precio que ponen en las «casas de té» (preguntad siempre antes para no llevaros sorpresas). Este lugar del que hablo se llama Pabellón de la Luna de Otoño sobre el Lago en Calma (Pinghuqiuye); sí, un nombre muy corto y para nada poético. Además, si vais con hambre, justo al lado encontraréis un restaurante y una cafetería donde poder llenar el estómago. También en esta isla está el Parque Zhongshan, un lugar tranquilo para relajarse con un paseo entre las ruinas del palacio del emperador Qianlong.

Una vez que salgáis de la Isla de la Colina Solitaria, seguid bordeando la orilla del lago y llegaréis al Jardín Botánico (Zhiwuyuan). Si es primavera, verano o acaba de empezar el otoño, no os lo perdáis, porque es precioso. Si vais en los meses de invierno podéis prescindir de la visita.

Después podéis continuar bordeando la orilla o atajar por el Dique Dongpo, que para mi gusto es la mejor opción. Os llevará al sur del lago y a lo largo de él disfrutaréis de la sombra de un montón de árboles y, tanto a vuestra izquierda, como a vuestra derecha, podréis admirar las vistas preciosas del lago. Al final del dique, otro parque: el Parque de las Flores (Huagang), un lugar bonito y tranquilo donde descansar.

¿Siguiente parada? La Colina del Atardecer con su Pagoda Leifeng, desde donde disfrutaréis de unas vistas espectaculares de todo el lago y de las montañas. Y si al llegar aquí pensáis que estáis demasiado cansados como para subir escaleras y ver vistas, ¡no os preocupéis! No solo la colina tiene escaleras mecánicas que llegan a la mismita puerta de la pagoda, sino que la propia pagoda tiene ascensor para llegar al balcón más alto. Esta pagoda no es la original, sino que está construida sobre las ruinas de la antigua.

Después de todo este recorrido, solo nos queda la zona este del lago, donde Xihu y ciudad se confunden. Las grandes avenidas, el tráfico, las grabaciones de los autobuses recitando los nombres de las paradas, las tiendas, los locales de comida rápida, los vendedores de souvenires… Pero también las vistas al lago con un gran barco en forma de dragón dorado navegando por él, pequeños pabellones, jardines salpicados aquí y allá, estatuas de personajes célebres, algún templo y ya hacia el norte, el espectáculo nocturno diario de luces, agua y sonido.

En el centro del Xihu hay otras islas, creo que tres, pero solo se puede acceder a ellas con barco. Dos de ellas son muy pequeñitas y no tienen demasiado interés. La tercera es un poco más grande y es conocida como la Isla de las Estupas, que se encargan de que los malos espíritus se mantengan alejados del lago. Así que si tenéis tiempo y os apetece regatear el precio de la visita con los barqueros podéis aprovechar para ver el lago «desde dentro». Si queréis hacer esto, mejor buscad barqueros al norte del lago, suele haber más.

Descubre más lugares de Hangzhou en esta entrada de mi blog: Hangzhou, el paraíso en la tierra.

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