Lo que nos une a chinos y latinos

Si bien hay aspectos de la vida en China que pueden suponer un verdadero muro para la adaptación cultural, y el dominio del idioma es un arduo reto con el que batallar durante años, no todo son barreras a la hora de integrarse en la sociedad china. De hecho, como trataré de mostrar a continuación, hay toda una serie de aspectos en los que la cultura latina se antoja casi más cercana a la cultura china que a la cultura anglosajona y protestante que domina buena parte del Norte de Europa y de América.

1- La importancia de lo familiar: Uno de los aspectos en los que más nos parecemos en el Sur de Europa y Latinoamérica a los chinos es en la relevancia que adquieren las relaciones de parentesco en ambas sociedades. Nos guste o no, en ambas regiones existe una tendencia muy arraigada a que lo familiar extienda sus lazos sobre la esfera profesional y la esfera política, hecho que condiciona profundamente nuestra concepción y nuestra praxis sobre conceptos como los de “democracia”, “meritocracia”, o la propia “justicia”.

No es un hecho casual que tanto en España como en China la corrupción constituya un problema continuo y considerado por muchos como inherente a nuestros modelo de cultura política, mientras que en los países de herencia protestante el nivel de tolerancia hacia el amiguismo y los “enchufes” es sensiblemente menor.

2- El concepto de “espacio personal”: Aunque la costumbre latina de besarnos a modo de saludo contrasta radicalmente con el estilo chino, lo cierto es que más allá de ello descubriremos que los chinos tienen una tolerancia a la cercanía física muy similar a la que podemos soportar “nosotros”. Puede que parezca un aspecto baladí, pero en un país superpoblado como China, quienes provienen de áreas con un concepto más rígido de dicho espacio pueden pasarlo bastante mal ante el simple hecho de tomar el transporte público o disfrutar de una atracción turística.

3- El gusto por el “ambiente”: Recuerdo que cuando vivía en Berlín, los alemanes se quedaban pasmados de comprobar la bulla que montábamos vascos, madrileños o andaluces al montar en el metro, sin mencionar la “sorpresa” que les causaba el volumen al que discutíamos alrededor de una mesa. Bueno, pues en China ocurre tres cuartos de lo mismo, ya que a los chinos también les encanta ese ambiente animado al que llaman “renao” (热闹).

Tanto para chinos como latinos, este es un aspecto muy importante de la vida social que atrae a muchos viajeros germanos y anglosajones, pero que quizás les resulta algo cansino si tienen que convivir con ello día tras día.

4- El buen comer como pilar de la cultura: En la vida no se puede tener todo, y aunque es posible que, en general, los países de influencia protestante tengan economías más potentes que aquellos de herencia católica u ortodoxa, lo cierto es que su gusto y afición por la comida deja mucho que desear en comparación.

Al mismo tiempo, a la hora de hacer negocios, los empresarios WASP (white-anglosaxon-protestant) son más proclives a aplicar una visión “ascética” del trabajo que hace que muchas de sus reuniones de negocios tengan un carácter un tanto frugal. Pero tanto en China como en buena parte de Italia, España o diversos países latinoamericanos, la opulenta comilona posterior a la reunión resulta tanto o más importante que lo sucedido durante el encuentro “formal”.

5- La afición por el fútbol: Aunque en muchas zonas de China el baloncesto ha sido promovido con más fuerza que el fútbol, este último está creciendo con gran furor a lo largo y ancho del país, y está atrayendo a millones y millones de nuevos aficionados cada año. Sí, es verdad que su selección y su liga no están entre las mejores del mundo, pero veremos que ocurre a medida que se vayan desarrollando la infraestructura y la cultura futbolera.

De momento yo me sigo quedando alucinado cada vez que un taxista chino me pregunta de qué equipo soy y no le tengo que explicar qué leches es el Osasuna. Y a pesar de que, personalmente me considero más aficionado a jugar que a ver fútbol, tengo que reconocer que este tema me ha permitido establecer más conversaciones en China que cualquier otro, por lo que estoy seguro de que a estas alturas mi nivel de mandarín sería más alto si hubiera estado más atento a la actualidad futbolística.

6- Las formas populares de la religión: Otra gran similitud cultural que hunde sus raíces tanto en la cultura latina como en la cultura china se encuentra en las tradiciones y cultos religiosos populares.

Este es quizás el aspecto que más choca con la cosmovisión protestante, mucho menos tolerante con la superstición y las creencias mágicas que el catolicismo, el budismo chino o el taoísmo. Y aunque es posible que la separación entre “este mundo” y el “más allá” sea más radical en el catolicismo que en las religiones de china, ambas comparten una visión mucho más “politeísta” que el protestantismo, lo que ha hecho que todas ellas conserven cientos de deidades y santos a los que dirigirse para lograr favores esencialmente mundanos.

7- El concepto de individuo y de ciudadano: La reforma protestante dio lugar a un modelo de colectivo y de individuo que jugaría un papel crucial en los procesos de modernización occidentales. Es muy probable que de no ser por la libertad de interpretación de las escrituras conquistada por aquel movimiento religioso, nuestro concepto de la democracia y de los derechos y obligaciones fueran muy diferentes en la actualidad.

El florecimiento de comunidades de creyentes en Estados Unidos y el Norte de Europa generó un nuevo modelo de “hermandad” religiosa, política y económica a base de limitar la influencia de las redes de parentesco sobre esos mismos ámbitos. No obstante, para lo bueno y para lo malo, una buena parte de Europa, América y Asia se mantuvo menos permeable a dichas transformaciones, haciendo que lo que entendemos al referirnos a conceptos como el de individuo, sociedad, nación o Estado difieran en relación a cómo son llevados a la práctica.

Durante muchas décadas, o incluso siglos, han sido las potencias de herencia protestante las que han ejercido un mayor dominio geopolítico (en parte debido a su racionalidad orientada a la dominación, según Max Weber), y han sido sus economías las que han marcado las tendencias del mercado global. Sin embargo, con la emergencia de China y de diversos países Latinoamericanos, me pregunto si las similitudes culturales entre dichas naciones no motivarán un cambio de paradigma en el tablero geopolítico de este siglo recién estrenado.

Por supuesto, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania todavía nos sacan una gran ventaja en materia de cooperación con China, y a excepción de Francia, que también tiene una buena parte de herencia latina, el resto de los países a los que podemos acuñar dicho sello están tardando en ponerse al día con la nueva potencia asiática.

Otra cuestión muy comprensible es si nos convence o no establecer relaciones con dirigentes y líderes empresariales que quizás no se preocupan demasiado por los derechos humanos de sus ciudadanos, pero dudo que dicha situación cambie a base de falta de interés.

A fin de cuentas, si los americanos, ingleses, suecos y alemanes están trabajando con los chinos, aún con las grandes diferencias culturales que los separan, ¿por qué no vamos a hacerlo los latinos? Desde luego, excusas para “entendernos” no nos faltan.

Deja un comentario

5 ideas sobre “Lo que nos une a chinos y latinos”