Igual que les ocurrirá a muchos otros emigrados, servidor acumula ya unas cuantas Navidades seguidas sin poder hacer realidad aquello de “vuelve a casa, vuelve”. Y aunque en mi familia vivimos estas fechas de forma muy pragmática y sin apenas parafernalia, lo cierto es que cada año echo un poco de menos poder comer, beber, hacer algún detalle y, por supuesto, discutir a grito limpio con los míos.
Afortunadamente, durante este tiempo en China también he tenido la suerte de formar un pequeño grupo de buenos amigos y parientes en potencia, quienes en más de una ocasión se han ofrecido a emular los festejos navideños con tal de hacerme sentir mejor.
Pero aunque en este país cada año aparecen más y más comercios decorados con pinos y nieve de pega, y cada vez cuesta menos dejarse llevar por el denominado “espíritu navideño”, en nuestro caso, razones como las siguientes nos han convencido de aguantar la tentación y renunciar a ello:
1) En las Navidades chinas no se libra:
Pues eso, ya me explicaréis qué diantres vamos a festejar si el asunto cae en días de trabajo. Además, con las pocas vacaciones que hay en este país, casi mejor nos las reservamos para cuando haga menos frío, que los festivales y la ética ética religiosa están muy bien, pero para encontrar la paz interior, nada como una pequeña escapada a las soleadas costas del sur.
2) Sus costumbres navideñas pueden resultarnos tan exóticas como las del Año Nuevo chino:
Pese a que en los últimos años se están adoptando cada vez más costumbres y ritos de los festejos europeos y americanos (sobre todo estos últimos), ahora mismo en China lo popular durante la Nochebuena es regalar una manzana bien decorada a amigos y queridos. Claro que sí, la famosa “manzana de pascua” de toda la vida, esa que… Pasapalabra.
3) Las Navidades chinas tienen un carácter todavía más exclusivamente ligado al consumo que en la mayoría de países occidentales:
Vamos, que si nos supone un dilema ético eso de gastar por gastar, nos repelen las campañas de venta agresivas, y no nos convence celebrar la ocasión en el Pizza Hut o el Mac Donald’s, mejor nos quedamos en casita con los amigos y dejamos las ofertas de las tiendas para otro día, que seguro que la cartera nos lo agradece.
Por otra parte, si tenemos en cuenta que muchos chinos dan por hecho que a los occidentales nos sobra el dinero, puede que alguno hasta se lleve un chasco al ver que nos resistimos a comprar la tontería de turno.
4) Aunque las ofertas y descuentos de los días 24 y 25 tienen un seguimiento masivo en las grandes ciudades, se trata principalmente de jóvenes que no pasan de la treintena:
Este hecho contribuye a que la festividad tenga un carácter marcadamente “juvenil” y “de moda”, mientras los maduritos pasan olímpicamente del asunto, y los más mayores probablemente confundan a Papá Noel con una mezcla de Carlos Marx y Mao Zedong vestido con los colores de la revolución, quien, por cierto, nació un 26 de diciembre.
5) Las navidades chinas no son familiares:
Debido al factor anterior, muchos chinos entienden la pascua como algo a celebrar junto con los amigos, y no junto a los padres y parientes, a quienes se la repampinfla todas esas costumbres extranjeras. Y por supuesto que habrá expatriados a los que les atraiga la idea de celebrar la llegada del mesías junto con los coleguis y bien lejos de casa, ¿pero cómo imaginar unas Navidades sin las broncas y borracheras con los parientes? Es más, ¿cómo concebirla siquiera sin mencionar estos entrañables tópicos y chascarrillos? No hay manera.
6) Más que un festival religioso, para los chinos es una oportunidad de experimentar el estilo de vida y la cultura occidental:
Aunque es cierto que en China el número de cristianos está en aumento, y muchos “misioneros” aprovechan la fama global de estas fiestas para captar adeptos, no debemos olvidar que hablamos de un país en el que más del 90% de la población no se considera creyente, y solo una pequeña minoría se preocupan del sentido religioso de esta celebración.
En realidad, lo más probable es que los jóvenes que participan de ello lo hagan motivados por el interés hacia las costumbres de Europa y Norteamérica (destino preferido de los estudiantes) y por el prejuicio de que la cultura occidental es “superior” y más afín a la modernidad y al desarrollo.
7) Para la mayoría de los jóvenes, la Navidad es un pequeño calentamiento antes del Festival de Primavera:
Efectivamente, a menos que se trate de chinos muy cristianos, gran parte de los que salen a dejarse los cuartos el 24 y 25, así como los que salen de juerga el 31 de diciembre, ni siquiera se molestan en decorar su hogar con las imágenes y figurillas habituales. Y es que las vacaciones más importantes para los estudiantes suelen llegar en enero, momento en el que los chinos ya están absortos en los preparativos del Festival de Primavera, que concentra muchas de las prácticas socio-culturales que reúne “nuestra” Navidad.
Por todo ello, y porque siempre he preferido disfrutar de una buena fiesta que pasar por dos a medias, al cabo de un tiempo en este país, he optado por sincronizar mis ciclos de jolgorio social con el ritmo local, y olvidarme casi por completo de la Nochebuena, la Nochevieja, Papá Noel, Olentzero, y los Reyes Magos. Ahora bien, esto no impide que respete totalmente y casi admire a quienes consiguen celebrar las navidades en China sin que les ataque la morriña o la decepción.
Sea como sea, os guste o no la Navidad, aprovecho para mandaros un abrazo a todos los que seguís el blog y desearos lo mejor para estas fiestas y para el nuevo año.