Dragon Ball tuvo una influencia decisiva en mi niñez, y pese a los sermones y advertencias de muchos expertos que abogaban por retirar la serie de las televisiones, creo que sus protagonistas transmitían unos principios y valores que ya hubiera podido defender nuestra patética élite de políticos bocazas.
Ojalá algún día tengamos representantes o al menos cuerpos del orden tan leales, humildes y sacrificados como lo fueron Goku y sus amigos, que, por si alguien no se ha enterado todavía, sólo hicieron uso de las artes marciales (y otras muchas flipadas) como defensa, y sólo ante situaciones de amenaza colectiva extrema.
Y vale que Goku era bastante garrulo, pero ya me gustaría verlo competir en un examen de secundaria contra algunos de nuestros “brillantes” políticos, a los que, muy probablemente, el empollón de su hijo Gohan hubiera dejado a la altura del betún.
Sí, censores de pacotilla, el anime japonés “violento” ha contribuido a educar en valores a varias generaciones internacionales, y lo ha hecho sin convertirnos en los psicópatas que esperábais arruinaran la sociedad venidera. Os equivocasteis de lleno, porque los verdaderos sujetos peligrosos no veían Dragon Ball, sino Curro Jiménez y Falcon Crest, series en las que se inspiraron para hacer realidad su futuro como líderes de nuestros partidos mayoritarios.
Aunque todavía no los consideramos como merecen, lo cierto es que tanto el cómic como la animación pueden ser formatos tan complejos y profundos como cualquier otro. De hecho, los grandes dibujantes de viñetas japoneses no dudaron en estudiar y acudir a fuentes de pensamiento y religiones como el cristianismo (Evangelion es un claro ejemplo de su influencia), así como a contextos históricos y sociales propios o ajenos a la realidad japonesa del momento, como demuestra el caso de los clásicos Heidi y Marco.
Y aunque ya muchos fans lo sepan ya hace tiempo, Dragon Ball es un manga y un anime que, en sus orígenes, fue inspirado por una obra literaria china de finales del Siglo XVI. Dicha obra, titulada Viaje al oeste (西游记), es considerado uno de los cuatro grandes clásicos de las letras en China (ahí es nada), y narra la legendaria peregrinación realizada en los tiempos de la dinastía Tang por el monje budista Xuanzang. Dicha peregrinación llevaría al monje hacia las “regiones del Oeste”, en lo que hoy conocemos como India, donde esperaba obtener ciertos textos sagrados.
Vista así, la historia no parece tener conexión alguna con el argumento inicial de Dragon Ball, y así hubiera resultado de no ser por las aportaciones que los autores de la Dinastía Ming ofrecieron al relato, para lo que se inspiraron en varios “extras” desarrollados dentro de la cultura popular.
Según esta versión, que es la que realmente llegó a calar como obra magistral, Buda proporcionó al monje Xuanzang tres protectores que lo acopañarían durante el largo y peligroso viaje como penitencia por sus pecados. Y es precisamente en la descripción y el carácter de estos personajes donde comenzamos a encontrar las similitudes con la futura Dragon Ball:
1- El Rey mono: El primero y más famoso de ellos es, sin duda, Sun Wukung, el “rey mono”, que no sólo se parece a Goku por sus rasgos simiescos, sino porque además va acompañado de un bastón mágico (que se alarga y se encoge a su gusto) y de una nube milagrosa en la que monta para recorrer largas distancias.
Según el relato original, Sun Wukung nació de una roca bendecida por los cinco elementos, y tras formarse en el arte del Tao, logró dominar la capacidad de cambiar su apariencia (efecto muy recurrido en los primeros capítulos de Dragon Ball), las artes marciales, y los secretos de la inmortalidad, lo que le permitió obtener nada menos que el cargo de “Gran sabio” dentro de la “burocracia celeste”.
Sin embargo, y aquí es donde entra en juego el aspecto de ética religiosa budista, en su ascenso a la cima de la administración celestial, Sun Wukung pecó de ambición y se atrevió a retar a las principales deidades del taoísmo, desfachatez que el Buda le haría pagar con 500 años de prisión bajo una montaña (Ya véis la curiosa relación existente entre budismo chino y taoísmo dentro de la cultura popular).
Así pues, teniendo en cuenta el origen y pasado “semi-divino” del rey-mono Sun Wukung, tampoco es de extrañar que Akira Toriyama pasase a otorgar un origen alienígena a su Goku, dando lugar al hilo argumentativo de Dragon Ball Z que, dicho sea de paso, se aleja ya más radicalmente del ambiente y la simbología china que alimentó sus origenes.
2- El hombre-cerdo: El segundo personaje más decisivo a la hora de señalar las similitudes entre ambas obras es Zhu Bajie, el hombre-cerdo que inspiraría la figura del Wulong de Dragon Ball, así como el carácter un tanto lascivo de otros personajes como el Duende Tortuga.
Según el relato original, Zhu Bajie, que significa “cerdo de los ocho preceptos”, ocupó un cargo de honor como comandante de las fuerzas navales celestes, aunque fue forzado a descender al mundo por echarle los trastos a la diosa lunar Chang’e, la misma que ha dado el nombre a la sonda china recientemente enviada a la luna.
Efectivamente, al igual que el Wulong de Dragon Ball, Zhu Bajie es descrito como un auténtico salido que siempre cae presa de todo tipo de distracciones sexuales, lo cual le cuesta más de un conflicto con su colega simiesco, mucho más casto que él (a pesar de la fama que han adquirido los monos en nuestro imaginario moderno).
Se podría discutir acerca de las similitudes entre Sha Wujing, el tercero de los principales protectores de Xuanzang, y otros personajes de Dragon Ball de carácter más serio y comedido, pero los parecidos más claros se encuentran sin duda entre estas dos figuras.
Casas circulares en Jiayuguan, provincia de Gansu, plena ruta de la seda. Recurso típico de la serie.
Por otra parte, dentro de los capítulos de Dragon Ball que se suceden hasta la etapa de Pilaf, muchas de las referencias paisajísticas resultan muy fieles a los de la obra literaria China, que también transcurre por los desiertos y áreas de la ruta de la seda, hasta los territorios de la actual Afganistán, que no costaría imaginar como región natal del celebre Yamcha.
Además, cualquiera que haya visto las espectaculares montañas de Yangshuo, en la provincia de Guangxi, se habrá percatado de su enorme parecido con el paisaje que Goku cruza montado en su nube durante la entradilla de la serie.
Vista del paisaje en Yangshuo, muy similiar a algunos escenarios emblemáticos de Dragon Ball
Incluso en Dragon Ball Z existe una gran cantidad de referencias a la cultura china que han quedado como sello de dicha etapa en el famoso anime, como el traje que Gohan viste de pequeño, y que está claramente inspirado en la indumentaria real de la China Imperial, o el color naranja de los uniformes de Goku y sus amigos, que proviene de los atuendos utilizados por los monjes budistas del relato chino. Aunque personamente me quedo con el uniforme maoísta que en ocasiones luce Wulong, y que es posible que constituya un guiño político del propio Akira Toriyama.
Atuendo imperial de los Qin, similar al vestido por Gohan en su primera aparición.
Bueno, pues ya véis que no todo eran palizas gratuitas con Dragon Ball, y que, como otros muchos grandes éxitos de la animación, tenía un poso ético y cultural mucho mayor que el que muchos criticuchos se molestaron en investigar.
A los que os interese echar un vistazo a la nuevas adaptaciones chinas de Viaje al oeste, aquí os dejo un par de links para la nueva serie y un vídeo musical sobre nueva película sobre el rey-mono.
Por supuesto, os invito también a que corrijáis cualquier error que haya podido cometer y a que aportéis nuevos datos, además de vuestra valiosa y siempre bienvenida opinión.
6 ideas sobre “Sobre lo que inspiró a Dragon Ball y lo que Dragon Ball nos inspiró”
Qué apunte más interesante!!! Parece que eso de «copiarse» es un arte de lo más antiguo…
La pintura esa resulta muy curiosa, recuerda un poco a nuestro Atlas, verdad?
Saludos desde Changchun!!!
Qué apunte más interesante!!! Parece que eso de «copiarse» es un arte de lo más antiguo…
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