Dos caras de la religión en China (y fuera de ella)

Si analizamos la cuestión religiosa desde un punto de vista sociológico, nos encontramos con al menos dos enfoques más o menos opuestos que pueden resultar igual de válidos para análisis de la realidad social.

Según Émile Durkheim, la religión sería esencialmente el culto a las fuerzas sociales, es decir, que constituiría la esfera o el espacio de actividad humana dedicada a sacralizar aquello que es importante en la vida de las personas y los colectivos. Sería, por tanto, un tipo de organización que cohesiona la sociedad alrededor de una serie de valores éticos y normas morales reforzados mediante ritos y ceremonias en honor a un tótem, a una serie de deidades, o a un dios supremo, por citar varios ejemplos.

Según Carl Marx, lo religioso sería más bien un tipo de producción cultural que se mantiene en la medida en que favorece la explotación de las clases dominadas por parte de sus opresores, y constituye una forma de ver y entender el mundo que acabará desapareciendo en la medida en que se desarrolle y se extiendan la ciencia en general, y el socialismo científico en particular. En resumen, y haciendo alusión a su famoso dicho, sería poco más que el “opio del pueblo”, un falso conocimiento alimentado para que quienes poseen los medios de producción lo sigan haciendo, y quienes no los poseen se centren en otro tipo de preocupaciones vitales (como ganarse un asiento VIP en el paraíso).

Para poder ilustrar el modo en que ambas teorías pueden estar en lo cierto y demostrar que sólo son opuestas desde una postura dualista, he pensado que podría presentar dos ejemplos prácticos relativos a la religión taoísta en China.

Para quienes no estén familiarizados con esta tradición, me limitaré a decir que es una corriente filosófico-religiosa de pensamiento cuyos orígenes generalmente se atribuyen a Lao-tse, autor más o menos reconocido del famoso Tao Te King, aunque en su conjunto aglutina otras muchas fuentes y elementos, desde técnicas de meditación hasta métodos para cuidar la salud y prolongar la vida. Dentro de su sello conceptual podemos encontrar ramificaciones como la de la teoría del Yin y el Yang, o prácticas como las del Tai-Chi, o el Chi-Kung,  sin mencionar la gran influencia que sus aportaciones han tenido sobre numerosos cultos sincréticos, creados a partir de la mezcla de diferentes corrientes.

Debido a que el taoísmo no gozó del estatus de “doctrina oficial” del Imperio en la mayor parte de su recorrido histórico, es una corriente un tanto más difícil de organizar y limitar desde el punto de vista analítico. Esto, unido a la clara preferencia del gobierno chino por el confucianismo, ha hecho que el taoísmo esté atravesando un momento un tanto difícil en estos momentos, cosa que se hace patente en cuanto uno pregunta a sus colegas chinos lo que saben acerca de esta religión/filosofía.

En cualquier caso, ninguno de estos aspectos que acabo de comentar es del todo necesario para comprender el núcleo de la cuestión que me gustaría presentar, así que voy a dejarme de rodeos de una vez e ir al grano, que ya toca.

Wudang Shan. Es el punto geográfico de mayor importancia para el taoísmo en la provincia de Hubei y en buena parte de China. Se trata de un lugar bastante conocido a nivel mundial por los amantes de las artes marciales, y cada año atrae a una enorme cantidad de visitantes que llegan para aprender Tai-Chi, rezar en el templo del monte Wudang, o simplemente hacer un poco de turismo.

Sin embargo, si uno decide subir a la montaña, cuyo ascenso es relativamente duro aunque muy seguro, es posible que se cruce con un grupo de peregrinos como el que aparece en la foto.

Según nos contaron los propios componentes del grupo, provenían nada menos que de la provincia de Fujian, todavía más famosa que Hubei por la habilidad de sus gentes en los negocios, aunque por detrás de la célebre Zhejiang. Aquel día tuvimos la fortuna de poder seguir más o menos de cerca el ascenso de los peregrinos por las empinadas escaleras de la montaña, y tengo que decir que supuso una verdadera hazaña por su parte, teniendo en cuenta que ascendieron en apenas dos horas cargados con varias imágenes como las que aparecen en la foto superior.

Supongo que para aquellos peregrinos no suponía ningún fastidio tener que cargar con la imagen de Zhenwu, que en origen era una especie de deidad totémica mitad tortuga mitad serpiente, llamado Xuanwu, aunque en la dinastía Ming su nombre fue cambiado para que no coincidiera con el apellido del entonces emperador, y fue transformada en una deidad antropomórfica.

De hecho, cuando llegaron a la cima los vimos a todos muy satisfechos y con la contagiosa sensación de haber invertido su energía y su esfuerzo en un rito que los recompensaba con la reafirmación personal y la renovación de sus nexos colectivos.

Por supuesto, las imágenes que portaban parecían bastante caras, y como todos nosotros, tuvieron que pagar por ascender a la montaña que, dicho sea de paso, está llena de restaurantes, chiringuitos, puestos de adivinación, venta de medicina china, y un largo etcétera. de negocios de lo más variopinto.

Sin embargo, a cambio de aquella inversión de dinero, tiempo y energía, el grupo de peregrinos obtuvo algo que quizás supere con creces el total invertido; algo que puede influir profundamente en la orientación vital de una persona o un grupo, con todas las consecuencias ello implique dentro de su contexto social.

Esto puede ser muy cierto para muchas personas, y queda muy bonito dicho así, pero todavía queda mirar al otro lado de la moneda.

Changchun. Capital de la provincia de Jilin, en el extremo noreste del país, desde donde estoy escribiendo estas líneas.

Cuatro días atrás, mi novia y yo volvíamos a visitar a nuestro querido amigo Qin, del que os hablaré más adelante, aunque esta vez lo hago cargado con mi cámara y con ganas de tocar las narices (lo que los sociólogos llamamos investigar) en el templo taóista y la iglesia protestante que conviven puerta con puerta a apenas 50 metros de la casa de mi amigo.

Aunque Qin estaba un poco cansado porque trabaja de noche, se sumó al carro y nos acercamos a la iglesia para hacer unas preguntas de las que quizás os hable en otro momento. A continuación nos dirigimos al templo taoísta, y como no había nadie atendiendo y está la puerta abierta, nos auto-invitamos a curiosear.

A los cinco minutos de husmear por los diferentes altares que componen el peculiar templo, se presentó el abad, que nos saludó efusivamente y se alegró mucho de mi visita, a la que consideró un guiño del destino. Yo le transmití mi curiosidad sobre el templo y su historia, y el nos contó que está entroncado en la tradición de Quan Zhen, aunque no nos ofrecío más detalles al respecto.

De pronto, mientras hablabamos con el abad, se nos acercó una señora de unos 40 años, y noté que mientras yo chapurreaba con el abad, ella parecía atosigar a mi novia y a Qin con un tono un tanto inquisitivo.

Yo no estaba muy seguro de lo que estaba pasando, pero me pareció que  mientras el abad me trata muy bien a mí, la señora lograba que mi pareja y mi amigo se sintieran un tanto incómodos. Tal y como me aclararía mi amigo más tarde, al parecer, la señora estaba muy preocupada de que fuéramos gente del gobierno o periodistas, y que les fuéramos a buscar problemas de algún tipo.

Al cabo de unos cinco minutos más en los que el abad apenas se limitó a darme buenos augurios, nos regaló una manzana bendecida a cada uno y nos despedimos con el beneplácito para poder volver cuando quisieramos.

Entonces, ya en casa de Qin, y resguardados del intenso frío exterior, mi amigo nos ofreció una versión “alternativa” de lo más interesante sobre la historia del templo.

Lo que nos contó fue algo así, si mal no recuerdo:

“¿Sabes, Javi? No hace falta que vuelvas al templo a preguntar por su historia, porque yo te puedo contar algo que ellos no te dirán. En realidad, aunque ese hombre (el abad) no me ha reconocido a mí, yo le conozco, porque mi padre solía ir a beber con él. Por aquel entonces en este barrio apenas vivía gente, y sólo había una fábrica de calderas un tanto ineficiente.

Con el paso del tiempo, la fábrica acabó cerrando, y su jefe comenzó a pensar en otras formas de aprovechar el edificio. Entonces se le ocurrió que una buena forma de sacarle rentabilidad sería transformarlo en un templo taoísta, ya que en su círculo de negocios conocía a varios empresarios que acudían a ellos para obtener protección y buena fortuna a cambio de donaciones.

Así pues, el dueño de la fábrica decidió “abrir” su propio templo y colocar a su hermano al frente del “negocio”, para que se dedicara a atender a los visitantes que él le fuera enviando. De hecho, parece bastante obvio que ese hombre (el abad), no tiene mucha idea de taoísmo, y te puedo decir que, seguramente, muchas veces, en cuanto cierra el templo, se cambia de ropa y corre al bar a cervecear con sus amigos.

Además, el templo taoísta no es como la iglesia esa de al lado, que a veces ayudan a los pobres y todo. En ese templo, si no pagas, no tienes nada que hacer, todo funciona a base de intercambiar servicios religiosos por dinero”.

¿Curioso verdad? Conste que con este relato no pretendo empañar la fama de los templos taoístas de China, y aprovecho para decir que la mayoría de los que he visitado eran mucho más serios que el de este caso. Aún así, hay aspectos de lo mencionado por Qin, como lo relativo al intercambio de donaciones por méritos y bendiciones, que sí que son un hecho general, aunque esto hay que analizarlo en su propio contexto, y atendiendo al particular papel que juega el dinero dentro de la cultura china, algo de lo que hablaremos en otra ocasión.

Como veis, queridos amigos, participar del mundo religioso supone una experiencia que puede ser analizada desde enfoques aparentemente opuestos, y sin que se tengan que anular mutuamente, tal y como ocurre con otros muchos aspectos de la visa social.

Es muy posible que en otra ocasión vuelva a hablar de cuestiones religiosas, porque, a fin de cuentas, es un aspecto estrechamente relacionado con el tema de mi tesis, aunque con este artículo y el que escribí sobre Shangri-La ya es suficiente por un tiempo.

Para terminar, me gustaría aprovechar la ocasión para invitar a cualquiera que lo desee a dejar sus opiniones, reflexiones o críticas en el espacio para comentarios. En cualquier caso, muchas gracias por dedicarme vuestro tiempo de lectura.

Para más artículos e historietas por el estilo http://historiasdechina.com/

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