Gastronomía china II: La Ruta de los Palillos de Oro

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Conforme pasan los meses más me pregunto cómo es posible que los gustos puedan cambiar tanto de un lugar a otro. ¿Cómo es posible que de una carta de un restaurante chino que tiene 100 platos, a un europeo medio le guste, a lo sumo, 20? ¿Cómo es posible que productos que en España son casi desperdicios (despojos de carne), en China son considerados exquisiteces y de hecho constituyen la principal partida de exportación alimentaria española a este país? 

(Pensaba poner una foto aquí de un plato con patas de pollo, exquisitez en China, pero puede herir sensibilidades)

No quiero decir con esto que la comida china no esté buena, que puede que también, sino que tenemos unos gustos tan diferentes que es muy complicado adaptarse a ellos y no echar de menos una buena tortilla española, unas croquetas o un gazpacho. 

Y eso que tengo que reconocer que en temas de comida no somos muy dados a arriesgar, solemos ir a los mismos sitios y pedir normalmente los mismos platos. Pero por suerte es inevitable de vez en cuando probar cosas nuevas, aunque la decepción normalmente sea mayúscula. Haciendo memoria, en los últimos días he probado cosas tan raras (o mejor debería decir “cosas tan chinas”) como:

–       Helado (Nestlé) de té verde con judías rojas. No se me ocurre mejor ejemplo de adaptación al mercado.

–       Bambú hervido (increíble el complejo de oso panda que me entró en ese momento)

–       Whisky con té, la bebida favorita de los chinos en las discotecas, que ya había probado pero ahora reconozco le he cogido el punto

Aunque me he liado un poco de lo que realmente quería escribir es sobre los tres platos que más me gustan de Pekín. O para ser más precisos, lo tres platos con el respectivo lugar donde los comemos. Da la casualidad que estos tres lugares se encuentran juntos en 350 metros, en lo que he llamado la “Ruta de los Palillos de Oro” (sin razón alguna, pero me suena muy bien). Aquí el mapa de los tres locales, situados en la zona de Sanlitun.

1. El que más me gusta es sin lugar a dudas es el pato laqueado a la pekinesa. La joya culinaria de la capital del imperio amarillo. Aunque no vamos todo lo que me gustaría, solo en grandes ocasiones, es una auténtica delicia, y la salsa dulce con que se moja aún lo es más.

Para comerlo, se mete el pato en un crepe, al estilo de una fajita, con la salsa, y se acompaña con trocitos de pepino y una especie de cebolla. El pato viene ya deshuesado, por lo que si tienes algo de destreza con los palillos no hay ni que pringarse las manos 

Total: 10-12 euros (incluyendo arroz y varias cervezas)

2. Uno de los platos fijos en cada restaurante chino es el cerdo agridulce. Bueno, en algunos se debería llamar carne agridulce para no hacer publicidad engañosa, pero da igual. El caso es que es un plato que pocas veces falla. El más bueno de todos los que hemos probado se encuentra en un restaurante sichuanés (número 2), estando la clave en la magnifica salsa agridulce que hacen y en el gran acierto de añadirle piña. Aparte de este plato, es posible encontrar varios más muy decentes en este sitio. 

Total: 5 euros (pidiendo varios platos para compartir)

3. El tercero plato son los dumplings. Este es uno de los alimentos, tras el arroz y los noodles, que más se puede encontrar en China. No obstante, los dumplings cambian significativamente de región a región (en Shanghai y el sur, por ejemplo, tienen sopa dentro), pero también de un restaurante a otro cambia radicalmente. Así, los dumplings más buenos que he probado en Pekín están sin duda en uno de los bares menos atractivo e higiénico de todos los que he estado (número 3 del mapa).  Eso sí, a barato no les gana nadie.

Total: 1 euro (por 10 dumplings)

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