Mucho más que un simple mercado suburbano

Personalmente, nunca me ha gustado demasiado ir de compras, y cada vez que viajo por ahí me cuesta bastante encontrarles la gracia a esas calles céntricas de las grandes marcas, a las que podríamos considerar como otro “no-lugar” del mundo globalizado.

Por suerte, en China todavía resulta relativamente fácil encontrarse con lo local, con aquello que nos vuelve a recordar lo lejos que estamos de casa, y con las asombrosos productos y soluciones que es capaz de parir la imaginación humana en diferentes condiciones ambientales.

En buena parte de las capitales de provincia de este país, apenas basta dar un traspiés para caer fuera de esas aburridas y predecibles avenidas en honor de los grandes dioses del consumo, y aparecer en el irregular y caótico dominio del politeísmo mercantil.

Sé que suena a tópico, pero en China, al igual que en muchos otros países, cuanto más nos alejemos del centro de las ciudades, más oportunidades tendremos de dar con lo insólito, y es por ello que, si uno busca una experiencia de consumo “alternativa”, no debería dudar en tratar de acudir a aquellas zonas de la periferia en las que se encuentran “lo moderno” y “lo tradicional”, “lo rural” y “lo urbano”, y otros tantos supuestos opuestos.

Cierto que ese tipo de entorno puede carecer de la armonía estética y la simetría que suelen tratar de proyectar los pomposos centros urbanos, pero también es posible que la imperfección que domina en estas zonas suburbiales suponga la excusa perfecta para dejar volar nuestra imaginación.

En mi caso, en cuanto me adentré en este tramo de carretera en forma de L, perdido en algún lugar a las afueras de Changchun (en 绿园区新竹路 para los que podáis visitarlo), sentí como si acabase de entrar a los suburbios de la mítica ciudad de Midgar, uno de los espacios más emblemáticos del inolvidable videojuego Final Fantasy VII.

De hecho, más allá de su carácter oriental, la historia de este suburbio de Changchun guarda varias similitudes con los ghettos de Midgar.

En ambos casos, sus habitantes eran campesinos desposeídos de sus tierras a causa de un repentino proceso de modernización.

Según me explicó mi amigo Qin, el gobierno local (La corporación Shinra en FFVII) los engañó al cambiarles sus tierras y su modo de vida por un miserable apartamento en una torre construida a base de corrupción y especulación. Sin recursos que les permitieran sobrevivir, y sin la preparación necesaria para encontrar un trabajo en la ciudad, muchos de ellos se verían avocados a buscar el sustento en la basura, producto por excelencia de la sociedad del consumo.

Pero no todo es tragedia y victimismo en el “Mercado Muro” de Changchun, e igual que ocurría en el entrañable Sector 7 de Midgar, a pesar de tenerlo casi todo en contra, no se puede decir que los habitantes y comerciantes de este peculiar barrio sean de los que se dan por vencidos, y muestran tantas ganas de mejorar sus vidas como sus vecinos del centro.

Durante la semana, parte de ellos se dedica a recoger de los basureros y chatarrerías todo aquello que pudiese tener algo de valor, para tratar de venderlo en el mercado que se organiza cada fin de semana.

Por ello, no es de extrañar que nos encontremos con los artículos más singulares y dispares compartiendo acera.

¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde salen todas esas ropas militares que visten los trabajadores migrantes del país y buena parte de la población sin recursos? Pues parece que es vendida y reciclada a través de este tipo de comerciantes, que quizás cuentan con algún primo en el cuartel militar de al lado.

Uno de los puestos que más interés atraían eran los dedicados a la venta de ciertosproductos de la medicina china. Se trata de productos de lo más curioso, que pueden ir desde exóticas raíces hasta cuernos y otras partes de animales, algunas de ellas supuestamente capaces de aumentar la potencia sexual masculina.

Cuidado a la hora de sacar fotos, porque los comerciantes saben que muchos de sus productos son ilegales, y puede que no les agrade nuestra “curiosidad”.

En cualquier caso, para aquellos preocupados por el tema del rendimiento sexual, y poco amigos de la medicina china, siempre existe la posibilidad de acudir a los productos “modernos” ofrecidos en puestos como el que vemos abajo, con marcas tan convincentes como “18 días duro”, “diez pulgadas de largo” o “abuelo campeón”.

Pese a los tópicos existentes en la relación entre los chinos y los perros, lo cierto es que China está viviendo una auténtica fiebre por las mascotas, que pueden ser adquiridos tanto en este como en otro tipo de mercadillos y puestos callejeros, además de las tiendas especializadas.

Y como las autoridades del país están cada vez más satisfecha con su peculiar “Capitalismo de Estado”, parece que han empezado a sobrar todos aquellos productos de la iconografía comunista que presidían de cada oficina. ¿Por qué tipo de figuras estarán siendo sustituidas? ¿Quizás están empezando a hacer hueco para el “bueno” de Confucio?

Al torcer la avenida que acoge la mayor parte de este peculiar mercado, y según nos acercamos al final de la zona de venta “permitida” (no regulada por la alcaldía), comienzan a aparecer algunos puestos de carne, pescado, verduras, y otras materias primas que los campesinos venden directamente al consumidor.

Como podemos apreciar en las dos fotos superiores y la que viene a continuación, el pescado puede ser clasificado en las categorías de “vivo”, “fresco”, y “no tan fresco”, aunque, ojo, porque el pescado seco es considerado por muchos locales como una delicia reservada para las ocasiones especiales.

Y si nos ha surgido algún problema en la boca por no tomar las precauciones debidas, o por tratar de partir alguna que otra nuez con los dientes, tampoco merece agobiarse con eso de tener que pagar la factura de las clínicas. En la misma acera donde acabamos de comprar una radio de la Guerra de Corea, podemos disfrutar de los servicios de un dentista por un precio módico.

Es el día a día de un suburbio que vive justo con lo puesto y que cada día se levanta con el sueño de llegar a derrochar y despilfarrar ante el dios omnipotente del consumo.

Si estáis pensando en acercaros de viaje a China, os aconsejo encarecidamente que os deis una vuelta por zonas de este tipo, porque además de ser bastante seguras, constituyen una oportunidad de oro para comprobar cómo viven las clases más desfavorecidas por el proyecto de modernización al que se ha lanzado el país.

En cuanto a mi visita, la verdad es que mu hubiese encantado encontrarme a un grupo de eco-terroristas como los de Avalancha, maquinando su próxima jugada contra la élite política y económica de la ciudad, pero me temo que eso ya sería pedir demasiado.

Pero, por otra parte, ¿quién sabe lo que puede llegar a cocerse en esas barriadas? Lo más posible es que la realidad resultante de todas esas vidas juntas sea mucho más asombrosa de lo que nuestra mente pudiese imaginar, aunque no parece que ese tipo de fascinación esté muy de moda. Quizás es que todavía no han dado con la forma de convertirla en un objeto de consumo, pero eso también llegará algún día.

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