¿Por qué la Nao Va?

Como es posible advertir, esta es la base del blog La Nao Va, una bitácora que inicié hace algunos años y que comparto en Chinalati cada vez que toco temas más específicos sobre China.

El Pacífico, la mayor masa de agua del planeta ha sido escenario de una de las gestas marineras más importantes en la etapa germinal de lo que se ha denominado la primera globalización, hace ya 450 años. En el siglo XVI el imperio Español dio inicio a la conquista de la ruta marítima hacia el Oriente, que casi siempre tomó a  la Nueva España (hoy México) como punto de partida por ser la tierra con mejores condiciones para el largo viaje transpacífico.

En la carrera por encontrar una ruta de acceso a la región asiática, portugueses y españoles realizaron múltiples intentos, tanto por la ruta de Africa, como por el recién descubierto continente americano. Veamos los principales intentos realizados por el lado del Pacífico.

En 1519 inició Magallanes su célebre y trágica vuelta al mundo, que permitió el descubrimiento de la parte meridional de América y en particular el estrecho que ahora lleva su nombre. Magallanes encontró la salida anhelada hacia el Pacífico, que entonces se llamaba el Mar del Sur y llegó a la isla de Mactán, en el archipiélago de San Lázaro, conocido poco después como Filipinas, en honor del rey de España, Felipe Segundo. Magallanes no pudo concluir su vuelta al mundo pues fue asesinado en aquellas islas, pero el viaje fue completado por su lugarteniente Sebastián Elcano, con lo que se logró la mayor hazaña de su tiempo: la circunnavegación del planeta, apenas 27 años después del fortuito descubrimiento de América por Cristóbal Colón.

Seis años más tarde, en 1525, la corona española envió otra misión, desde la propia península española, esta vez comandada por García Jofre de Loaysa, pero fracasó por igual. Sus tripulantes debieron regresar a Europa por el océano Indico y bordeando Africa, territorios que no pertenecían a la corona Española.

En 1542, el rey Felipe Segundo ordenó una salida más, esta vez del lado de la Nueva España a través del Mar del Sur, bajo el mando de Alvaro de Saavedra Cerón, con la compañía de Juan Sebastián Elcano, pero igual desventura tuvo como efecto. Otra expedición comandada por Ruy López de Villalobos perdió el rumbo y desapareció en el Océano.

En 1559, desde España se despachó la orden para que el entonces virrey Luis de Velasco organizara una nueva expedición hacia el Poniente. Se decidió poner al frente de esa misión al prestigioso capitán  Miguel López de Legazpi, para comandar a los cuatrocientos hombres de la misión: doscientos soldados y doscientos de mar y de servicio.

Lo interesante del caso es que pusieron como piloto de la nave a un fraile agustino de mucha edad, el padre Andrés de Urdaneta, pero quien a los 17 años había acompañado a la expedición de Loaysa y había adquirido amplios conocimientos de navegación y “cosmografía” como se decía entonces. Urdaneta fue un promotor fundamental ante la corte española para que se realizara una nueva expedición a Filipinas, señalando que según sus propias observaciones era posible regresar por el mismo camino, desde Asia hasta México.

Se construyeron cuatro naves en el puerto de La Navidad, en Nayarit, México, que quedaron listas hacia el fin del año. No obstante, don Luis de Velasco murió el 31 de julio de 1564 sin ver concluído este proyecto. El Virrey se había entendido muy bien con el padre Urdaneta y ambos eran del parecer que para evitar el conflicto entre los reinos de Portugal y de España la expedición debía colonizar los inciertos terrenos de Nueva Guinea y de las tierras de Australia.

Las crónicas de la época señalan lo siguiente:

“Se juntó  la tripulación para salir de puerto el 29 de noviembre de 1564, vísperas de San Andrés, santo patrono de Urdaneta, no sin antes confesarse y comulgar. Se hicieron a la vela el día de su santo en el año de 1564, invocando al Santísimo Nombre de Jesús de quien el general Legazpi era devotísimo, y había servido en su cofradía en México.

(…) Como el propósito del viaje era irse derechos al archipiélago de las Filipinas, los navegantes trataron desde luego de subirse a los grados necesarios, y ordenó Urdaneta se fuese subiendo a trece grados, teniendo conocimiento de que Villalobos en el viaje anterior navegó en los diez grados por lo que nunca pudo subir a las Filipinas. Navegaron pues en altura de trece grados y luego quiso nuestro Señor que desde el nueve de enero comenzaran a descubrir islas pequeñas. De este modo fueron descubriendo isletas, hasta que el 22 de enero descubrieron trece juntas, donde surgieron y desembarcaron y tomaron posesión de ellas por el rey nuestro Señor” (1)

Llegaron a Filipinas cuarenta años después que Magallanes, pero lograron establecer una cabeza de playa en aquellos territorios. En noviembre de este año se celebra el 450 aniversario de la odisea de Legazpi y Urdaneta.

Cabe mencionar que la misión de Urdaneta fue aún más compleja, ya que tenía la encomienda de encontrar una ruta de regreso a América y, según los conocimientos acumulados en su larga estancia en la región cuando era joven, sabía de la existencia de una corriente marítima que al norte del ecuador permitiría completar el circuito hacia América. Hoy se sabe que esa corriente, que se mueve como las agujas del reloj, era conocida como Kuro Shivo por los marinos japoneses. El intrépido fraile inició de inmediato los preparativos de su viaje de retorno en la primavera de 1665 y logró comprobar los conocimientos científicos que poseía al trazar la llamada Tornavuelta. La corriente cálida septentrional se convierte en una corriente fría frente a las costas de California, lo que permite la llegada de barcos a territorio mexicano.

Este descubrimiento se convirtió en secreto de Estado de España por varias décadas, hasta que piratas ingleses encontraron rutas similares en el siglo XVII. Desde 1565 hasta 1815 operó sobre esa ruta, con pocas modificaciones, lo que ha sido conocido como Galeón de Manila, Nao de China, Galeón de la Plata. De cualquier forma Manila pasó a ser un punto de comercio central para atraer las mercancías de la región asiática y donde se recibía la plata y otros productos americanos para comerciar con el Poniente. Manila se convirtió en un emporio fundamental que dio salida a los productos de China, pero también a una parte de la población del sur de China que comerciaba en las islas. Otro elemento fundamental es la colonial de comerciantes chinos, conocidos como sangleyes, que se asentaron en Manila y que hoy forman parte fundamental de la cultura de Filipinas.

Debido a la mecánica de navegación, los viajeros que salían de Manila debían ascender hacia el norte, frente a las costas de Japón, muy cerca de Corea. Las políticas de ambos países para controlar el arribo de extranjeros y la salida de sus propios ciudadanos impidieron crear puertos de refugio en esas latitudes. Sin embargo, las influencias de Occidente en la región se fueron filtrando sobre todo a través de las misiones religiosas y por el comercio de productos de alta calidad, como lacas, porcelanas, biombos y sedas que también provenían de la península coreana.

La historia del Galeón convoca a pensar que el océano más vasto del planeta ha sido también escenario del acercamiento cultural de pueblos muy diversos a lo largo de la historia. Espero que los lectores de Chinalati se interesen en las historias que iré relatando, enfocadas principalmente a la relación con China. El galeón no llegaba a China, sin embargo estableció una relación muy estrecha con los productos y la cultura del Imperio del Centro, que aún perdura en el imaginario de los pueblos de América Latina. Si tuviesen interés en conocer un poco más también pueden leer mi blog en http://lanaova.blogspot.com

(1) Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, de Michoacán, de N.P. Don Agustín en el tiempo que fue una con la del S. Nombre de Jesús de México, por Fray Diego de Basalenque, Edición Conaculta, México, 1989. y Monje y Marino, la Vida y los tiempos de Fray Andrés de Urdaneta, por  Mariano Cuevas, S.J., Galatea, México, 1943

 

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