7 claves para cuestionar el Festival de Yulin y el tópico de la carne de perro en China

Cada vez que se acerca el festival de carne de perro de Yulin, Internet se llena de entradas dedicadas a denunciar y terminar con la controvertida celebración. A fin de cuentas, durante los 10 días que dura el festival, se matan más de 10.000 canes, muchos de los cuales son criados y sacrificados en condiciones lamentables para cualquiera que sienta un mínimo de simpatía por esta especie.

Sin embargo, después de analizar un poco más a fondo la historia y los factores ambientales y culturales del consumo de carne de perro en el mundo, descubrimos una serie de hechos que nos ayudan a contextualizar y cuestionar el inmerecido tópico de que a los chinos les gusta comer chuchos.

1. La domesticación del perro y su consumo están estrechamente ligados a la economía de cada región:

Aunque el lobo, ancestro del perro, era una especie presente en la mayoría de las regiones ocupadas actualmente por los países modernos o en vías de desarrollo, no en todos ellos fue domesticado con los mismos intereses.

Allá donde era necesario para cuidar y dirigir el ganado, es más posible que el perro fuese visto como un cercano aliado del ser humano, o incluso como su “mejor amigo”. Sin embargo, aunque en Occidente nos hayamos olvidado de ello, en el pasado, los periodos de “vacas flacas” se compensaban con el cocinado de casi cualquier bicho viviente, incluidos los perros.

De hecho, la necesidad de comer carne de perro se ha repetido en países tan prósperos como Alemania hasta bien entrado el Siglo XX (debido a las crisis y guerras), y tampoco es casualidad que en Estados Unidos al bocadillo de salchicha se le llame hot dog, o “perrito caliente”, ya que durante mucho tiempo se sospechó -y no sin falta de razón- que parte de su carne provenían de dicho animal.

Por eso mismo, no es de extrañar que, tanto en el sur de China, como en otros muchos lugares menos ganaderos o donde los perros apenas cumplían otra función que la de proteger a sus amos, estos animales fuesen vistos como un recurso alimenticio tan aceptable como cualquier otro, más cuando se le presuponen ciertas propiedades especiales.

Es más, no debemos olvidar que Yulin se encuentra en una de las provincias más pobres de todo el país,  y que, por lo general, a medida que aumenta la producción de alimentos, más se reduce la variedad de especies animales más consumidas. Por ello, es muy posible que el denostado festival de carne de perro no sea más que el último coletazo de una actividad económica en decadencia, y no sería extraño que desaparecies pronto, tal y como ocurrió con el Festival de Jinhua (Zhejiang), que aunque contaba con una tradición mucho más antigua, dejó de celebrarse en 2011 debido a la oposición del público.

2. China apenas ha comenzado a ver a los perros como mascotas

Lo cual no quita que en los últimos años se esté viviendo un auténtico boom entre los amantes de perros y gatos. Sin embargo, hasta hace apenas dos décadas, y por los factores económicos antes citados, en la mayor parte del país, cuidar de un perro suponía un capricho innecesario.

No obstante, allá donde se ha repartido mejor la riqueza generada por el “milagro chino”, tener un perro se ha convertido en una muestra del estatus social y del amor por los animales expresada en formas casi idénticas a las de cualquier país desarrollado. De ahí, por ejemplo, la enorme popularidad de películas como Siempre a tu lado, Hachiko (2009).

Es más, en China, los defensores de los perros y de los animales ya se han organizado para acabar con el festival de Yulin, y algunos de ellos han realizado actos aplaudidos por todo el país, aunque, al parecer, el movimiento de protesta ha supuesto más publicidad para el evento y ha tenido cierto “efecto llamada” entre sus simpatizantes.

3. Los chinos comen principalmente cerdo, pollo y vaca, igual que en Occidente, mientras que el consumo de perro es anecdótico

En 2012, China produjo 50 millones de toneladas de carne de cerdo, lo que supone dos y cinco veces lo producido la Unión Europea y  Estados Unidos, respectivamente. Además, China ya es el hogar de la mitad de los gorrinos de todo el mundo. Es decir, si hay un animal estrechamente unido a los hábitos alimenticios de los chinos, ese animal es, sin ningún lugar a dudas, el cerdo, al que encontramos en el propio ideograma que representa a la familia o al hogar (家).

Ahora bien, es cierto que a los chinos les encanta comer y probar cosas nuevas, y no es para menos, porque al contrario de lo que ocurre en muchos países occidentales, donde la cocina ha pasado a ocupar un lugar secundario, China se mantiene como la primera potencia gastronómica del mundo, y es posible que algunos se aficionen a comer perro de vez en cuando, igual que en España y Francia hay quienes gustan de comer carne de caballo (España es una gran productora a nivel mundial).

4. Si los cerdos son tan inteligentes como los perros o los gatos, ¿por qué no nos da tanta pena comerlos?

Hoy no voy a entrar en los debates antropológicos sobre las razones por las que las culturas comen o dejan de comer cerdo, pero no deja de ser curioso que buena parte de las personas que protestan contra la matanza de perros en el festival de Yulin no tengan nada en contra de la matanza de millones de indefensos gorrinos a diario.

Seguramente las sospechas sobre la inteligencia de los cerdos nos han acompañado durante muchos siglos (yo conozco a más de un casero que bautiza a sus puercos con nombres de ministros), pero incluso después de que llegase la ciencia y nos confirmase las sorprendentes capacidades de su cerebro, la principal solución que hemos aplicado a tamaña contradicción consiste simplemente en mirar a otro lado. Y es que, a fin de cuentas…

5. El festival de Yulin es muy fácil de denunciar porque sus procesos se llevan a cabo a la vista del público

Efectivamente, debido al carácter rural del entorno en el que tiene lugar el festival, y al bajo nivel de división del trabajo con el que se organiza, los perros enjaulados son visibles a pocos metros de donde los matan, los cocinan y los sirven, lo que supone un irresistible caramelo para los fotorreportero.

Por otra parte, me apuesto a que muchos de quienes participan de la cría, comercio y cocinado de los perros no tendrían problemas en ofrecer a los animales condiciones de vida más acordes a los estándares occidentales (que también se las traen), pero lo más probable es que el estado de la economía local y la competencia del sector no den para más.

6. En Corea del Sur se come mucha más carne de perro por habitante, pero este hecho no adquiere tanta relevancia en los medios

Según los datos que he podido recoger por Internet, en China se matan entre unos 10 y 20 millones de perros al año, una cifra que supera con creces a los 2,5 millones de Corea del Sur. Sin embargo, incluso si nos quedamos con la cifra más alta de China, al comparar el consumo de carne de perro con la población de cada país, el resultado es que en Corea del Sur es 3 veces más frecuente que en China.

Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre en Yulin, en Corea del Sur, el negocio de la carne de perro no es un proceso tan visible y “concentrado”, de modo que resulta mucho más difícil hacerse con el respaldo visual necesario para preparar una noticia viral. Es decir, seguramente allí es más fácil dar con granja de perros, mataderos restaurantes más o menos clandestinos, pero también resulta más complicado obtener un vídeo o unas pocas fotos que reúnan varios de los procesos y nos demuestren, de un solo vistazo, cómo una mascota en potencia acaba servida en un plato.

Por otra parte, el noreste de China, otra de las regiones en que la carne de perro es más habitual, es también el principal hogar de la etnicidad coreana, a la que se asocia buena parte de los establecimientos que sobreviven de forma más o menos clandestina.

7. Tras la denuncia mediática de Yulin pueden esconderse el racismo y las ganas de meterse con China

Es decir, al margen del rechazo que nos produce el suceso, no podemos olvidar que buena parte de su viralidad se debe a los tópicos occidentales sobre China, y habrá cantidad de internautas que no comparten la noticia por sus convicciones éticas, sino por el deseo de alimentar una imagen y un discurso que perjudica a los chinos.

Por otra parte, ya sabemos que la imaginación hollywoodiense de los Estados Unidos es muy dada a buscar a los malos de la película y convertirlos en la encarnación del mal, y los supuestos hábitos alimenticios de los chinos están jugando un papel lamentable en estas mecánicas de representación (buscad “meat china” en Google y veréis a lo que me refiero).

Así pues, la próxima vez que os encontréis con una imagen conmovedora sobre sobre el festival de carne de perro, os animo a que protestéis contra ello si, como en mi propio caso, también lo consideráis oportuno, pero recordad los puntos que os acabo de mostrar y no dejéis que os vendan gato por liebre en lo que a los chinos se refiere.

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