La experiencia de Yerko, un joven no vidente que aprende chino por e-learning

Esta es la historia de un becario del programa “Conoce y Emprende con China”, que con el Apoyo de Cruzando el Pacífico e INJUV logró derribar las barreras que le impedían continuar con su aprendizaje.

«Soy Yerko Alfaro, tengo 20 años y vivo en La Serena. Fui uno de los primeros 5000 beneficiados con las becas de estudio de idioma chino mandarín y cultura china durante este año, a través del convenio entre INJUV y la Corporación Cruzando El Pacífico.

Desde el principio, sabía que los cursos impartidos serían mediante una plataforma digital en la página de la corporación, pero en febrero me llevé una gran sorpresa cuando no podía si quiera acceder o movilizarme por la estupenda herramienta en línea. Estaba hecha en un formato que no era totalmente compatible con los programas lectores de pantalla, utilidad esencial que utiliza una persona ciega para interactuar hoy con las TIC.

Soy ciego desde 2007 y siempre me ha gustado leer mucho. Mi interés con los idiomas parte hace cinco años, lo que se ha acrecentado por el descubrimiento de nuevas culturas y sus elementos. La informática e internet fundamentalmente, suponen un gran soporte para aprender diversos conocimientos en múltiples formas; rompe incluso con las barreras físicas, por lo que debo destacar que este proyecto de estudio de lengua y cultura china no excluye a muchos jóvenes como yo, quienes vivimos en regiones y queremos tener la oportunidad de generar cambios a favor de nuestra comunidad, la nación, el mundo y nosotros mismos, contrarrestando quizá, con la ventaja que supone vivir en la capital del país, un constructo social más cercano a lo cosmopolita.

Volviendo al punto anterior, he de agradecer a la corporación, que teniendo constancia de mi problemática -la cual hice saber con los días de haber arrancado el proceso- me proporcionó respuesta inmediata para solucionar esta desventaja de accesibilidad que yo tenía para realizar las lecciones como el resto de los becarios.

Es así como, al pasar las semanas, la clave que resolvía esa necesidad de aprendizaje más personalizado y en línea que yo requería estaba en manos de una colaboradora de la República Popular China. Mi profesora, Yan Yuying o conocida en español como Elena, ha tenido que ser paciente con este particular estudiante. Estoy seguro que se ha adquirido algo más que conocimiento de palabras, sino también una mejor comprensión cultural entre ambas realidades.

Cuento quizá con la fortuna de que tengamos la misma edad, por lo que hay algunas características globales que tenemos en común, lo que permite una relación más fluida.

Acordamos clase a clase y semana a semana, nuestras reuniones de hora y media a través de Skype, donde a veces vamos despacio, porque se necesita explicar algunas cosas que por lenguaje visual son más fáciles de asimilar y que en mi caso modifica hasta la evaluación de las unidades. Así tomamos más tiempo también, a la hora de explicar en detalle cómo se escribe cada palabra, poniendo absolutamente más énfasis por mi parte a la pronunciación, ya que los ideogramas -a favor o en contra- me son indiferentes por la condición sensorial.

En palabras simples, Elena comienza cada clase evaluando el vocabulario y expresiones aprendidas la clase anterior, hablando en español y yo respondiendo en chino; luego procedemos a leer y traducir las siguientes expresiones a aprender en la nueva lección, de las cuales voy tomando apunte en mi computador en sistema pinyin, preguntando por palabras y sus significados y pidiendo otros ejemplos si es necesario, repitiendo la pronunciación hasta que Elena me dice que voy mejorando o lo hago muy bien; entre tanto, comentamos la explicación cultural que tienen las tradiciones expuestas en las temáticas, añadiendo algún vocabulario complementario por situaciones accidentales, como cuando se quiere explicar algo y recurrimos a otro idioma, o a la ayuda de algún compañero de la corporación.

Podría contar una divertida experiencia que sumergió a toda una oficina de Cruzando el Pacífico, tratando de explicarme los platos típicos de los restaurantes en China, que entre confusiones, comparaciones y casi búsqueda de las recetas, dio con el objetivo final de que me formara una idea de lo que aparecía en pantalla y era parte del glosario.

Ha sido por tanto, una experiencia apremiante, esforzada y entretenida, de la cual no puedo dejar de reiterar a INJUV y especialmente la Corporación Cruzando El Pacífico mis agradecimientos por permitir relatar esta experiencia, donde aprendemos todos, desde mandarín, inclusión social, tecnología, español, cultura chilena y china. Sin duda, desde lo personal, esta es una base que espero con ansias seguir trabajando para estar algún día en China, y cumplir uno de mis sueños: enseñar castellano a personas en Asia».

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