La red de alta velocidad que hará de China la “estación central” del mundo

Hace apenas un mes que arrancó la línea de ferrocarril Chongqing-Duisburgo, con la que se ha logrado reducir a la mitad el tiempo necesario para unir ambos puntos por vías marítimas. Sin embargo, este gran logro palidece ante el alcance de los nuevos proyectos ferroviarios que ha publicado hoy el periódico Jinghua Shibao de Pekín.

Y es que, según Wang Mengshu, renombrado profesor y miembro de la Academia China de Ingeniería, en este caso hablamos de toda una red internacional de líneas de alta velocidad que atravesarían el continente Euroasiático de un extremo al otro, y que podrían llegar a hacer realidad conexiones soñadas durante décadas por algunas de las más grandes potencias.

Se trata de cuatro proyectos nacionales de envergadura titánica y que requerirán esfuerzos igual de notables en el área técnica, económica y diplomática, dada la gran cantidad de países atravesados y arribados por las vías.

La línea Euro-Asiática partiría de Londres, atravesando París, Berlín, Varsovia, Kiev y Moscú. Una vez en la capital rusa, el trayecto se ramificaría en una línea a Kazajstán y otra línea que pasaría por Khabarovsk y llegaría hasta Manzhouli, ciudad situada en el extremo Noreste de la provincia china de Mongolia Interior.

Se trata de un trayecto que podría tener un gran impacto en la cooperación entre Europa, Rusia y China, pues se estima que reduciría la duración del trayecto a apenas 5 días. Y aunque la idea suene a fantasía, según la fuente informativa mencionada, el Gobierno Chino habría comenzado a construir ya el tramo de línea que transcurre por su territorio.

Por su parte, la línea Chino-Asiática saldría de Urumqi, capital de la provincia china de Xinjiang, y tendría paradas en Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán y Turquía, desde donde podría entrar a Europa y conectar Alemania.

Una vez más, aunque las negociaciones con los países implicados podrían demorarse, China ha comenzado ya a construir vía desde Xinjiang, lo que indica su convicción sobre la rentabilidad obtenible de cada kilómetro que construye hacia el Oeste.

La línea “Amplia Asia” (泛亚高铁), dirigida hacia el Sureste Asiático, constaría de dos líneas principales desde Kunming, capital de la provincia de Yunnan.

La primera de ellas atravesaría Mianmar, gracias, en parte, a un gran túnel de 30 kilómetros, y tendría Tailandia como destino. La segunda tendría paradas en Laos, Vietnam, Malasia, y Singapur.

Según informa el periódico de Pekín, los tratados para poner en marcha este proyecto han sido aprobados ya por las naciones participantes, y se espera que comience a construir en junio de este año.

El cuarto proyecto, el de la llamada línea “Chino-Ruso-Americana” (中俄美加高铁), es probablemente el más ambicioso de todos ellos. Partiría del Noreste de China recorriendo Siberia, y cruzando el Estrecho de Bering hasta Alaska, desde donde partiría a Canadá.

Hablaríamos de nada menos que 13.000 kilómetros de vía, aunque, a una velocidad estimada de 350 km/h, supondría llegar a Estados Unidos en menos de dos días.

Esta línea de ferrocarril incluiría 200 kilómetros de túnel para cruzar el famoso estrecho, lo que la convierte en todo un reto tecnológico. No obstante, el Gobierno Chino se muestra convencido de la capacidad de sus expertos en la materia, quienes ya cuentan con otro proyecto para unir Taiwán con la China Continental.

Según informa el Jinghua Shibao, la fórmula de cooperación impulsada por los líderes de Pekín consiste en ofrecer el valioso avance en infraestructura que constituye su tecnología ferroviaria, a cambio de recursos tan preciados como el petroleo o el gas.

Sin embargo, como era de esperar, completar estos proyectos implica reunir una cantidad de fondos que China no puede cubrir por su cuenta, y  a la que no todos los países implicados están dispuestos a contribuir. Además, el reto diplomático va mucho más allá del hecho de aprobar la construcción de las líneas, pues exigiría un enorme esfuerzo en crear y mantener acuerdos que aseguren la operatividad y eficiencia de las líneas.

Se trata, sin duda, de un proyecto de lo más ambicioso, aunque podría constituir un gran paso en el ámbito de las relaciones internacionales y la economía global, que podría acercarse a un modelo de transporte más ecológico.

Ahora bien, en la medida en que tiene como principal impulsora a China, este sueño ferroviario manifiesta el claro interés del país por extender su influencia en la esfera global, donde ya no sólo ocuparía el puesto de “fábrica del mundo”, sino  también el de su estación central.

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