Vivencias en el gimnasio

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Hoy quería escribir sobre algo un poco diferente, quizás menos exótico que un viaje a Singapur o Sichuan, pero no por ellos menos falto de “chicha”. Se trata de ir al gimnasio en China (que sí, los hay, aunque es cierto que es un fenómeno relativamente reciente).

En Pekín, en la zona más occidental de Sanlitun y alrededores es posible encontrar varios gimnasios de diferentes formatos y precios. Desde algunos que son tan baratos como cutres, hasta otros con piscina climatizada y servicio de zumos y comida gratis en la entrada. Nosotros vamos a uno que abrieron a principios de año, que es bastante amplio, aunque sin piscina ni más lujos que agua gratis y una báscula para que la gente contemple día sí y día también como los 30 minutos de caminar en la cinta mientras se empapan la telenovela de turno por el móvil no sirven de mucho.

Aunque ahora han conseguido bastante clientela, gracias en parte a un ejército de comerciales que reparten panfletos en los 500 metros cuadrados a la redonda del gimnasio, al principio éramos unos pocos los privilegiados que íbamos, y los únicos occidentales.

El primer detalle que te hace dar cuenta que no es un gimnasio cualquiera, que es chino auténtico, es la altísima calidad y fiabilidad de las máquinas. Irónico, claro, a las dos semanas ya teníamos las primeras averías. No sé cómo no se nos ocurrió firmar un seguro de todo riesgo al hacer el contrato.

El segundo detalle, pero no menos importante, es que hay un empleado por cada usuario que está en el gimnasio. Hago recuento: dos recepcionistas en la entrada, dos administrativas dentro, seis monitores mínimo en cada momento,  cuatro personas encargadas de la limpieza (sí, a la vez), dos supervisores/encargados, más los de los panfletos que en ese momento estén enseñado el gimnasio a algún necesitado de ejercicio. Cada vez que pienso qué pasará con toda esta gente el día que los salarios en China empiecen a subir, me echo a temblar.

Como decía, ir al gimnasio es algo a lo que los chinos no están acostumbrados aún, siendo una actividad realizada solo por una pequeña parte de la población. El perfil es siempre personas jóvenes, menos de 35 años en cualquier caso, y con cierto poder adquisitivo. Este grado de inmadurez o inexperiencia se traduce en comportamientos que en otras partes del mundo se calificarían de extraños. Ver a algún energúmeno levantando pesas en vaqueros, polo y zapatos no es una imagen poco común en mi gimnasio.
Pero lo que más nos llama la atención es el desparpajo y el poco rubor y disimulo con que los chinos se miran al espejo, se levantan la camisa, se ponen de perfil para ver el tamaño de su barriga, sacan bola del bíceps, etc. etc. Algo como esto:
En España serías un “flipao”, aquí simplemente estás analizando la evolución de los retornos de la inversión que te supuso pagar un par de cientos de euros por un año de gimnasio. En realidad es mucho más natural, si vas al gimnasio a bajar peso o a sacar algo de músculo, ¿por qué no mirar qué tal va la cosa?

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