Pregúntale (si puedes) a Hu Jintao

Acabo de ver esa foto de arriba en Twitter. La publicó Pablo Díez (@PabloDiez_ABC), corresponsal en China del diario español ABC. Es de una conferencia de prensa ofrecida por Li Keqiang, el premier chino. El mensaje que pone es este:

“En China, los #periodistas lo intentan aunque los que preguntan han sido ya elegidos. ¿Celo profesional o pantomima?”

Es un tema interesante y fuente de continua frustración par periodistas extranjeros en China: en este tipo de conferencias, las preguntas y quienes las hacen normalmente están ya preparadas. Esto de entrada suena muy mal para nuestros delicados oídos occidentales, pero la verdad es que en cualquier lado, un político o un vocero oficial que da una conferencia de prensa, va a decir únicamente lo que ya sabe que va a decir, y de la forma en que su equipo de comunicación lo ayuda a prepararlo, sin importar qué tan agudas sean las preguntas de los asistentes. Es cierto que de vez en cuando alguno mal preparado pierde los estribos y dice alguna barrabasada, de la cual la prensa se pitorrea toda la semana, pero nada más; es difícil recordar la última vez que una pregunta en uno de estos eventos fue un parteaguas.

Lo que sí puede serlo es el periodismo investigativo, y ahí sí que hay una historia larga y venerable, siendo el caso más emblemático el trabajo de Woodward y Bernstein con el escándalo de Watergate y que terminó en un cambio de presidente. Despotricar porque no se puede hacer lo que se quiere en una piojosa conferencia de prensa es más bien trivial, aunque por supuesto que es un síntoma de un problema más general, que es el control de la información típica de gobiernos centralizados y fuertes. Este siempre ha sido el caso en China, desde sus tiempos imperiales, y por lo tanto también ha desarrollado sus propias “válvulas de escape”, como las casas de té y las escuelas de pueblo, donde la gente tradicionalmente ventila todo tipo de temas.

A mí también me tocó una vez ese momento de control. El año era 2003, la ciudad era Bangkok, y el evento era APEC. Hu Jintao estaba recién llegado al poder y esta era una de sus primeras participaciones en eventos internacionales, y la más grande hasta ese momento. El hotel Shangri-la era escenario del evento, y por el lobby y los pasillos podíamos ver yendo y viniendo al presidente Hu, a Vladimir Putin y a Colin Powell.

La conferencia ofrecida por Hu Jintao estaba llena a reventar, y yo había entrado porque iba como parte de la comitiva de PBEC, la parte empresarial de APEC. Lo declarado por el flamante presidente era, previsiblemente, previsible. Nuevas políticas, reformas, desarrollo, etc. Todo muy interesante, por supuesto, pero luego llegamos a la sesión de “preguntas y respuestas”.

Siendo un novato, levanté la mano entre muchos otros. Los micrófonos iban siendo repartidos entre el público y las suaves preguntas eran formuladas y contestadas. Finalmente, una de las chicas me vio, y me dio el micrófono, pidiéndome que esperara mi turno.

Yo estaba emocionado. Vale decir que no tenía ni remotamente pensado hacer alguna pregunta infame ó controvertida: simplemente quería preguntar cómo encajaba el nuevo esquema de reforma educativa dentro de las políticas de desarrollo, porque era un tema que no había sido mencionado en el discurso. En aquel entonces se había completado la primera e importante fase de modernización educativa (1993-2003) por el Ministro Li Lanqing, y me interesaba sobremanera saber qué seguía.

De modo que ahí estaba yo, micrófono en mano, esperando que el presidente Hu terminara su respuesta, para preguntarle algo directamente. El resto de la delegación mexicana, sentada a mi lado, estaban expectantes también. Pero en eso llegó un hombre chino vestido impecablemente de traje negro, con uno de esos audífonos en el oído, con cara preocupadísima y deshaciéndose en disculpas conmigo. Amable hasta decir ya no, haciendo ese típico gesto de “media reverencia” que se estila en China y hábilmente quitándome el micrófono de la mano casi sin que me diera cuenta, me decía en chino que el tiempo se había acabado y que el presidente estaba contestando ya la última pregunta. Yo por supuesto que comprendía la situación, no se preocupe, pues nada, gracias por decirme, ya será después, lo siento muchísimo señor!

再见!

Total, que me senté desconsolado y le expliqué a los de la delegación. Pero al terminar lo que decía el presidente Hu, todavía hubo una pregunta más. Todos nos sorprendimos, y yo me puse a buscar con la vista al preocupadísimo hombre que me había quitado el micrófono. Estaba en un lado del auditorio y su actitud había cambiado radicalmente: se veía que era alguien con autoridad, y se hallaba obviamente regañando a un subalterno, consultando y reconsultando una lista, en la que yo obviamente no estaba.

Más tarde en la comida le comenté el caso a la señorita Fang, que era parte de la delegación china y con la que había hecho buena relación en esos días. Se rió mucho de mi simpleza y me dijo que las conferencias siguen formatos estrictos y son informativas, no confrontativas. Cuando le dije que yo no tenía más intención que preguntar por la educación, me dijo que el servicio de seguridad no tenía manera de saberlo, y que a la próxima vez pidiera entrada a la lista de “preguntones” con anticipación.

“Si quieres enterarte de algo, pide los comunicados oficiales; si no está ahí, pide que te incluyan en la lista y da tu tema. Pero si quieres lucirte y hacer preguntas molestas, házmelas aquí a mí, que estamos tomando té”.

Deja un comentario

4 ideas sobre “Pregúntale (si puedes) a Hu Jintao”