Tras la aparición del COVID-19 y su expansión, el mundo ya no es el mismo que antes. El consumidor chino tienen nuevas preocupaciones y China está experimentando ciertos cambios de dinámica.
Se ha puesto de relieve la vulnerabilidad de nuestras sociedades y China es uno de los países que tras muchos esfuerzos ha conseguido controlar bastante la pandemia y su economía, aún siendo el epicentro del virus.
El consumidor chino tiene sus remarcadas particularidades, pero tras el COVID-19, el contexto global y también de China ha sufrido ciertos cambios. Y tras la recuperación por la pandemia, en China se han acelerado 5 tendencias clave en su mercado y economía.
Contenido
1. Digitalización del consumidor chino
El COVID-19 no solo ha acelerado la digitalización en los sectores de venta empresa a consumidor (B2C), sino también en sectores más tradicionales de la economía. Afectó incluso en sectores tradicionalmente enfocados en interacciones cara a cara y en procesos B2B.
Antes del COVID-19, China ya era un líder digital en industrias orientadas al consumidor, representando el 45% de las transacciones del comercio electrónico mundial, mientras que la penetración de pagos móviles era tres veces mayor que la de Estados Unidos. Por lo que el Covid-19 que los consumidores y las empresas en China hayan acelerado aún más su uso de tecnologías digitales. Y es probable que este uso digital se mantenga en gran parte.
Por ejemplo, las ventas digitales del primer trimestre de 2021 de Nike en China aumentaron un 30% interanual, después de que la compañía lanzó entrenamientos en el hogar a través de su aplicación móvil. Mientras que la plataforma de inmuebles Beike, compartió que las visitas de inmuebles facilitadas por agentes en su sala de exhibición de realidad virtual en febrero aumentaron casi 35 veces en comparación con el mes anterior.
Cabe destacar en especial la digitalización sufrida en el sector sanitario. Donde nuevas apps y servicios se han desarrollado, creando un rápido crecimiento de consultas online. En parte, esto es gracias a un cambio regulatorio en la política de reembolso, así como a interacciones virtuales más amplias entre los agentes de ventas farmacéuticas y los médicos. Estos cambios ocurrieron antes del amplio despliegue de la tecnología 5G, que probablemente catalizará el uso de herramientas digitales.
2. Disminución de la exposición internacional
Las relaciones comerciales y diplomáticas entre China y el mundo ya estaban cambiando, especialmente durante el gobierno de Trump, pero el COVID-19 aceleró esta tendencia. Antes de COVID-19, China había estado reduciendo su exposición al mundo, ya que la mayor parte del crecimiento económico se generaba por el consumo interno. Sus cadenas de suministro estaban madurando y sus capacidades de innovación estaban avanzando.
La disputa comercial entre Estados Unidos y China planteó riesgos e incertidumbres y varias empresas estaban ya considerando ajustar sus estrategias de cadena de suministro buscando fuentes alternativas o reubicando la producción en otras geografías.
El COVID-19 ha intensificado el debate a nivel mundial, con varios gobiernos pidiendo a las empresas de sectores críticos que reubiquen sus operaciones de regreso a sus países de origen y anunciando paquetes de apoyo financiero para facilitar esto. Un documento publicado en febrero por la Cámara de Comercio de la Unión Europea destacó cómo la diversificación es ahora una de las prioridades de la agenda de muchas empresas europeas en China.
Por lo que la inversión extranjera y comercio global se ha ralentizado bruscamente y el movimiento de personas hacia China se ha vuelto muy restringido. A pesar de estas tendencias, el contexto es más matizado. Dado el tamaño y el potencial de crecimiento del mercado chino, la inversión en China seguirá siendo importante. El consumidor chino tiene más capacidad de gasto y es receptivo a nuevos productos extranjeros. Y China, por su parte, seguirá necesitando materias y tecnología extranjera en ciertos sectores para mantener el crecimiento de la productividad. La relación entre China y el mundo estará en función de las decisiones que tomen todas las partes en el transcurso de los próximos meses y años.
3. Creciente intensidad competitiva
Las empresas líderes de China siguen siendo muy poderosas, pero la competencia feroz amenaza su posición. El COVID-19 aumentó la intensidad competitiva, creando riesgos mayores pero también grandes ganancias.
En China, las empresas líder aglomeran del 90% del beneficio económico total, mientras que globalmente es del 70%. Especialmente durante el COVID-19, estas empresas líder ya se han digitalizado completamente y poseen operaciones altamente ágiles y fueres que finalmente les sirvieron bien para acaparar gran parte del mercado durante la pandemia. En el otro extremo del espectro, las empresas pymes o más débiles y que estuvieron menos ágiles, quedaron vulnerables a problemas de flujo de caja, desempleo y quiebras comerciales.
4. Los nuevos consumidores chinos se hacen adultos
La adinerada generación más joven de China nunca había experimentado una recesión económica antes del COVID-19. El consumidor chino más joven ha cambiado tras el virus, los ha obligado a pensar más en el gasto, en el ahorro y las compensaciones en el comportamiento de compra.
Las actitudes hacia el gasto entre los consumidores chinos de entre 20 y 30 años, tradicionalmente el motor del crecimiento del consumo de China, han cambiado notablemente a raíz del COVID-19. Una encuesta mostró que el 42% de los consumidores jóvenes tienen la intención de ahorrar más como resultado del virus. Los préstamos al consumidor también han disminuido, mientras que cuatro de cada cinco consumidores chinos tienen la intención de comprar más productos de seguros después de la crisis. Los ahorros también se han disparado: el depósito de los hogares del país el saldo aumentó en un 8% durante el primer trimestre para llegar a 87,8 billones de RMB. Mientras tanto, el 41% de los consumidores chinos dijo que planeaba aumentar las fuentes de ingresos a través de la administración de patrimonio, inversiones y fondos mutuos.
El virus también ha obligado a comprar compensaciones, y los consumidores chinos buscan opciones de mejor calidad y más saludables: más del 70% de los encuestados por McKinsey durante el COVID-19 continuarán dedicando más tiempo gastando y comprando productos seguros y ecológicos, mientras que el 75% quieren comer más saludable tras la crisis.
5. El sector privado da un paso adelante al sector social
Tras la aparición del COVID-19, el sector privado con las empresas líderes en tecnología a la cabeza, están desempeñando un papel muy importante, haciendo grandes contribuciones socioeconómicas en medio del surgimiento de poderosas instituciones sociales que han donado millones a los esfuerzos de recuperación.
Parece que el COVID-19 podría estar acelerando las reformas estructurales largamente esperadas en los mercados de inmuebles, laborales y de capital.
Hoy en día, el sector privado contribuye con cerca de dos tercios del crecimiento económico de China y el 90 por ciento de los nuevos empleos y a raíz del COVID-19, los esfuerzos conjuntos entre el gobierno y las grandes empresas privadas han jugado un papel destacado. Por ejemplo, Alipay y WeChat apoyaron el gobierno de Shanghai lanzando el código QR de salud para ayudar a contener la propagación del virus.
Estas acciones ilustran el crecimiento del sector privado, su capacidad para participar en actividades de importancia nacional y el potencial de las alianzas público-privadas.